lunes, 28 de junio de 2010

LA SOCIEDAD CONTRA EL ESTADO








La sociedad contra el Estado

Pierre Clastres
(traducción de Paco Madrid)
Virus editorial, 278 páginas, 2010

 Escrito por Luis Roca Jusmet

Virus editorial ha tenido el acierto de rescatar del olvido un libro muy interesante del malogrado antropólogo francés, muerto en accidente de coche en 1978, a los 43 años de edad. Aparte de la tragedia humana se perdieron dos cosas: el trabajo científico n marcha de un antropólogo excepcional y la elaboración progresiva de un material muy valioso para las reflexiones de la izquierda radical.
Pierre Clastres era un etnógrafo que realizó un trabajo de campo entre 1963 y 1974 entre pueblos indios de Sudamérica. Desde el punto de vista de la antropología científica el libro es imprescindible. La manera como articula el trabajo de campo con reflexiones teóricas es un modelo de rigor y creatividad. También de claridad expositiva, porque como dice Beltrán Roca Martinez, autor del prólogo, Pierre Clastres es un excelente escritor, algo poco común entre los antropólogos. En este sentido hay muchas cosas a citar porque el trabajo está lleno de sugerencias. Una es la diferencia entre el jefe, el chamán y el profeta, que me ha parecido esencial para entender estas sociedades primitivas y su dinámica interna. Otra es la manera como describe el papel del jefe de la tribu al hacer de mediador, negociador portavoz de líder sin querer ni poder mandar a los miembros de su sociedad. Cómo es el jefe el que tiene obligaciones con la sociedad y no ésta con respecto a él. Igualmente el papel que da a la Palabra dentro de esta función simbólica, en un sentido casi lacaniano de Significante, ya que cómo dice Clastres lo que menos importa es lo que se dice.
El libro de Clastres, con unos cuantos artículos que llevan de manera muy coherente a una conclusión y una entrevista final, es un revulsivo contra el liberalismo y contra la escolástica marxista. Contra el liberalismo Su actitud de respeto hacia estas culturas y el deseo de aprender de ellas le llevan a enfrentarse radicalmente a cualquier eurocentrismo. En este sentido da la vuelta a su propia disciplina, constituida, como denuncia Immanuel Wallernstein, a fragmentar las ciencias sociales y constituir a los salvajes como el Otro de los civilizados. Lo que plantea Clastres es que lo que se presenta como una insuficiencia en estos pueblos, la falta de Estado, es justamente su grandeza. Contra el marxismo porque cuestiona el tópico de que el Estado es el instrumento de la clase dominante para mantener su poder. Para Clastres es el Estado el poder originario y las clases sociales su efecto. Lo que está claro es que no se trata de sustituir un axioma por otro sino de matizar la cuestión y aceptar su complejidad. No sólo referido al origen sino también a las propuestas políticas, por supuesto. El debate sobre el Estado se ha planteado en la izquierda de manera muy polarizada. La tradición marxista ha llevado en su peor versión a la deriva estalinista y el Estado se ha constituido aquí en una pesadilla para los trabajadores. Experiencias históricas como la Rusia postcomunista o la China actual nos dan también materiales de análisis muy interesantes para analizar empíricamente las posibles relaciones entre el capitalismo y Estado. Por el lado anarquista el rechazo radical del Estado ha llevado al movimiento a contradicciones, como la que se dio con la entrada de la CNT en el Gobierno del Frente Popular. La reflexión de Pierre Clastres ha tenido sin duda una gran influencia entre teóricos de la izquierda radical como Miguel Abensour (en este caso muy explícita y reconocida) o Jacques Rancière cuando defienden algo similar al identificar la política con la democracia y contraponerla al Estado. Seguramente la muerte temprana evitó que pudiera haber entrado en diálogo con pensadores como Cornelius Castoriadis, con el que estaría de acuerdo en este punto pero polemizaría en otro. Me refiero a la afirmación radical de éste último filósofo de que la democracia es un invento griego-europeo, mientras para Clastres las sociedades primitivas indios serían un modelo ejemplar de este sistema. El debate queda abierto y vale la pena retomar la aportación del antropólogo como un material muy valioso.

jueves, 3 de junio de 2010

KARL POLANTI : EL SUSTENTO DEL HOMBRE

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El sustento del hombre

Karl Polanyi
( traducción de Ester Gómez Parro)

Ed. Capitán Saing Libros, S.L., 2009
412 páginas

 Artículo de Luis Roca Jusmet

Karl Polanyi ( 1886-1964) fue un científico social en el sentido más noble y riguroso del término. Entendió que la sociología no puede separarse de la historia y que ambas deben ofrecernos una visión global con base empírica de la sociedad humana. Fue un gran estudioso de la historia económica que combatió la falacia economicista de creer que la economía es un modelo independiente de la sociedad y puede entenderse al margen de ella. También reivindicó una sociología histórica capaz de vincularse a las problemáticas prácticas y morales del presente. En estos sentidos podemos considerarlo como una clara influencia de uno de los sociólogos históricos más brillantes de nuestra época, Immanuel Wallerstein. Éste mismo reconoce no sólo esta influencia sino también la utilización como instrumentos teórico fundamental en sus análisis de los tres comportamientos económicos descritos y explicados por Polanyi: la reciprocidad, la redistribución y el intercambio. Se abre de esta manera un horizonte mucho más amplio para la izquierda que el ofrecido por la tradición marxista más escolástica.
La gran obra de Polanyi es La Gran Transformación, escrita en 1944 y fundamental para entender la lógica real del capitalismo. Los estudios contenidos en el libro que nos ocupa lo que hacen es desarrollar los conceptos elaborados en anterior. El sustento del hombre es un trabajo muy interesante pero de interés muy desigual, ya que la primera es imprescindible para un ciudadano crítico, mientras la segunda es un estudio más específico sobre la economía de la sociedad griega. Lo que desmonta el escritor en la primera parte es lo que llama la falacia económica que considera a ésta como una teoría formal sobre el sistema de mercado. La vinculación entre comercio, mercado y dinero tiene, desde la documentación histórica objetiva, orígenes diversos y relaciones diversas y no responde a una lógica unitaria que va de lo más simple a lo más complejo, cómo pretenden los teóricos liberales. El determinismo económico que considera que el hombre se mueve por necesidad o por afán de ganancia le parece a Polanyi un axioma puramente ideológico. Lo que le interesa a nuestro autor es la economía sustantiva, que es la manera como los seres humanos buscan el sustento que necesitan. La realidad humana básica que hay detrás de esta actividad es el vínculo necesario del hombre con la naturaleza y con la sociedad, no la de individuos atomizados que compiten entre sí. La economía real es el proceso institucionalizado de interacción para satisfacer las necesidades materiales. Hay que señalar la importancia del trabajo y de la tierra, que sólo muy tardíamente aparecen como algo que se puede comprar. La economía esta insertada en la sociedad y sólo a partir del siglo XIX se entiende como algo separado.
Polanyi analiza el papel del comercio, del dinero y del mercado en lo que llama la sociedad primitiva y arcaica (a la que también podríamos llamar tradicional), es decir en las sociedades precapitalistas. Constata realidades muy diferentes a los tópicos que nos venden los ideólogos del capitalismo, como por ejemplo que el comercio exterior es anterior al interior y no la derivación natural de éste. Las diferentes funciones del dinero, una de las cuales es ser una forma de pago, no ha tenido históricamente esta sola función, cómo ocurre en el capitalismo. Tampoco los precios del mercado han fluctuado siempre entre la oferta y la demanda, ya que a veces han sido fijos. La realidad se resiste, en definitiva, a la ideología legitimadora y sólo una tergiversación histórica sistemática permite entender la historia económica tal cómo la presenta el liberalismo económico.