viernes, 19 de mayo de 2017

VIOLENCIA ESCOLAR


  Ecrito por Luis Roca Jusmet

 Partiré de un trabajo hecho público el diciembre del 2001, dirigido por el sociólogo Javier Elzo para los departamentos d´Ensenyament y d´Interior de la Generalitat de Catalunya. Por lo que respecta a Ensenyament el documento, de larga extensión, ni siquiera fue enviado a los directores de centros públicos. Mi explicación es que las conclusiones resultaron algo incómodas para el discurso ideológico, falsamente igualitarista, de nuestras autoridades académicas, acérrimos defensores de la L.O.G.S: E y de sus supuestos resultados. El título del estudio es Maltratos, victimización e infracciones entre el alumnado de 12 a 18 años en Catalunya. Desde el punto de vista sociológico el trabajo es riguroso, en el sentido de que trabaja con una muestra muy representativa: 7.394 estudiantes, distribuidos en 110 centros docentes y 323 aulas durante el curso escolar 2000-1. El universo recoge, por tanto, toda la juventud entre 12 y 16 años (que cursa la enseñanza secundaria obligatoria) y el sector de jóvenes de 16 a 18 años que cursan ciclos formativos de grado medio o bachillerato.
La encuesta, anónima, es considerada por los expertos como de una fiabilidad garantizada y recoge múltiples aspectos personales, familiares y escolares. Recojo aquí lo que me parece más importante de las conclusiones.
1) Por una parte la tipología que establece el estudio combinando la variable valores con la variable conductual referida a los daños y agresiones realizados. Como bien señala Elzo no se trata de clasificar a los jóvenes escolarizados en cuatro grupos en sentido absoluto sino relativo, es decir con relación al tema que nos interesa. De esta forma tenemos los siguientes grupos:
a) Los agresivos (1,1%): su violencia está canalizada contra los padres, la pareja y los profesores. Tienen una relación muy mala con los padres y consideran que o bien están demasiado controlados o demasiado poco. Son los que afirman, por otra parte, haber sido víctimas de más insultos y agresiones sexuales. El nivel cultural y económico de los padres es bajo. Predominan los inmigrantes ( pero no los hijos de inmigrantes) llegados de fuera de Catalunya ( no necesariamente llegados de fuera de España). No tienen demasiados amigos en la escuela ni son demasiado sociables. Pero no son los más agresivos con sus compañeros ni los más violentos contra las cosas. Son absentistas en la escuela y sus calificaciones son muy malas. Sí lo son con los profesores, ya que son los que llegan a las agresiones físicas con ellos. Son los que disponen de más dinero, generalmente por trapicheos, compraventa de cosas robadas. Son los que consumen más drogas y alcohol. Sorprendentemente hay una ligera mayoría de chicas.
b) Los incívicos (6,7%): su violencia está orientada contra los iguales ( compañeros) y son los que más dañan y destruyen los bienes, tanto dentro como fuera de la escuela. Son los transgresores por excelencia. Infravaloran las normas y el esfuerzo. Les interesa el éxito, el dinero y el sexo. El 90% de este colectivo son chicos. Dicen no tener malas relaciones con los padres y carecen de control familia. Como los anteriores, aunque por fuentes diferentes ( hay una mayoría que procede de la clase socioeconómicamente alta y media), son los que disponen de más dinero ( la mayor semanada) y consumen más alcohol y drogas). No son violentos con los profesores aunque tienen malas relaciones con ellos y son los más castigados.
c) Presentistas (28%): son los que viven de forma despreocupada el presente. Quieren divertirse y pasárselo bien. Sin ser conflictivos no se preocupan ni por aprender, ni por el futuro; no tienen inquietudes ni son solidarios. Consumen alcohol y drogas, pero siempre en un contexto festivo. Hay una ligera mayoría de chicos.
d) Integrados y normativos (64,1%): es un grupo muy amplio y muy heterogéneo pero tienen en común: respetan las normas y tienen ideales; valoran las buenas relaciones con los profesores y padres; tienen inquietudes, son solidarios; están preocupados por el futuro y quieren sacar buenas notas. Hay una ligera mayoría de chicas.
En esta distribución se puede delimitar que hay un 8% de inadaptados con un proceso de socialización en crisis. La hipótesis de Elzo es que estos jóvenes se construyen una identidad social desde la violencia. La escuela es solo uno de los escenarios donde la manifiestan. Subraya también que, aunque se corroboran otros estudios en los que el comportamiento violento y conflictivo es superior en los chicos aquí nos encontramos con que en el grupo de los agresivos hay una ligera mayoría de chicas.
2) No hay diferencia ( en contra de lo que apunta Luis Segui en su artículo) global entre los centros públicos y los privados ( concertados o no). Sí señala que hay algo más de violencia contra los profesores en la pública y más contra los compañeros en la privada. Pero la percepción que tienen sobre la violencia entre iguales los de la pública es superior a los de la privada, en contra de los hechos. Esto puede sugerir que la misma vox populis, que apunta en esta dirección, es interiorizada por los propios estudiantes.
Quizás podríamos pensar que en la pública hay más agresivos ( que son los más desarraigados, los que la privada evita) y en la privada más incívicos. Pero los datos no lo confirman porque nos dice que entre estos últimos hay una ligera mayoría en los centros públicos.
3) En las escuelas se producen acciones negativas ( burlas, insultos, empujones, golpes, robos) que consideradas en su conjunto y que pueden afectar gravemente a las víctimas, por la repetición de los hechos. Un 9% se consideran víctima continua de estas acciones y una tercera parte de este grupo considera que son agresiones importantes. La victimización se da fuera de la escuela referida a robos violentos y agresiones sexuales. A la escuela predominan las agresiones verbales pero hay que tener en cuenta que las burlas y los insultos son lo que las víctimas consideran más doloroso, por encima de los golpes.
Bien, a partir de aquí me gustaría introducir unas líneas de reflexión a partir de las que los interesados tendríamos que trabajar. Reflexiones que partirían a nivel teórico de las aportaciones del psicoanálisis de orientación lacaniano:
1) El tema de la causalidad psíquica. ¿ Cuales son las estructuras clínicas de estos sujetos inadaptados, cuyo proceso de socialización está en crisis? De entrada podríamos considerar que en el grupo de los agresivos pueden haber sujetos de estructura psicótica a veces a punto del derrumbe o incluso que han desencadenado una paranoia. Pero también sujetos histéricos, especialmente en las chicas. Los sujetos perversos más bien podían encontrarse entre los incívicos, pero también en el grupo masculino menos grave de los agresivos.
2) En relación con lo anterior el tema de la adaptación. Desde que lugar nos ocupamos de estos inadaptados y con relación a qué hemos de considerarlos así. Mi postura es que hemos de considerarlos inadaptados con relación a la Ley. Es decir que no hay un reconocimiento propio ni del otro como sujetos. No en el sentido de buscar sujetos conformes a las normas, es decir acríticos. El calificativo de integrados y normativos puede ser equívoca en cuanto nos remite a un ideal de sumisión como único modelo posible para la convivencia en los institutos.
3) Esto nos remite a cual es el discurso de los profesores de secundaria. Si el discurso de la enseñanza privada es el discurso del Maestro, del que encarna el saber y el poder, y el discurso de la enseñanza superior es el discurso universitario, un discurso en el que el profesor es un agente que transmite un discurso que se sostiene en sí mismo ¿ Cual es el discurso del profesor de secundaria? ¿ O hay dos discursos, el de la E.S.O. y el de la enseñanza superior post-obligatoria? ¿ Qué es un tutor, cual es su función y que discurso sostiene o le sostiene?
4) Se plantea aquí una cuestión que, muy correctamente plantea Luis Seguí, que es el cuestionamiento de que haya que plantear la convivencia en los institutos como una gestión en la que participan los sectores implicados ( profesores y alumnos) en un pacto de no-agresión. También yo creo que esto es una dejación de responsabilidades en el sentido de que somos los profesores, adultos y portadores de un saber, los que hemos de mantener la responsabilidad frente a unos adolescentes que son receptores de este saber. La palabra jerarquía no es ideológicamente correcta pero quizás sería cuestión de recuperarla para señalar la diferencia de posiciones y de nivel que se desprenden de ellas. Situar como iguales a profesores y alumnos resta a los primeros de la autoridad reconocida que los sostiene. Todas estas confusiones llegan a la confusión de introducir en los institutos procedimientos judiciales en los que un instructor realiza un expediente para dirimir denuncias a alumnos por parte de profesores o el propio jefe de estudios se presenta como mediador para establecer justicia entre las dos partes.
5) Aquí entramos también en un tema más amplio que sería la manera como afecta a este descrédito de los profesores lo que se ha llamado el declive de la figura paterna o quizás, siguiendo la expresión de Miller, de que el Otro ya no existe. ¿ De qué manera este casi 40%, en su mayoría chicos, que ni reconocen la Ley ni tienen un Ideal?
6) Finalmente quisiera referirme a una cuestión clave, que es la cuestión del deseo. Y esto tiene que ver con el vínculo educativo del que hablaba Violeta Nuñez ¿ Cual es el deseo del profesor? ¿ Cuál es el deseo del estudiante? Quizás hablamos de intereses, de obligaciones, de derechos y nos olvidamos de los deseos. ¿No es el deseo del pedagogo el que se impone? Nadie escucha ni a los profesores ni a los alumnos reales. Nada tiene que ver su palabra con la fantasmagórica representación de unos sindicatos que siguen el discurso del Amo.Acabo con unas palabras de Françoise Dolto, psicoanalista de niños y defensora, según su expresión, de la causa de los adolescentes, escrita en 1979: “… Lamento mucho esta ley que hace obligatoria la escuela hasta los dieciseis años para niños que no tienen el gusto del estudio. El gusto por los estudios se manifiesta alrededor de los doce años; si a esta edad no aparece el gusto, es conveniente que el niño esté ya preparado a tener un valor en el trabajo que le guste hacer. Seguramente tendrá algún valor, pues los niños son siempre industriosos, sobre todo si se los ha preparado cuando eran muy pequeños y luego a partir de los doce años. Es desolador el espectáculo de ver que se dé el mismo estilo de estudios a todos los niños, cuando en realidad algunos querían ingresar en la vida del trabajo, ya a la edad de …- esta señora dice de catorce, quince años- y yo diría que hasta antes. Naturalmente a los catorce años está bien, pues es la edad de la pubertad, haciendo abstracción que los niños que tienen una pubertad tardía a los quince o dieciséis años. En todo caso, en la pubertad el chico sabe y siente aquello para lo que está hecho, y se sienten explotados por el Estado cuando se les obliga a permanecer sobre cuadernos y libros que no le interesan. Su presencia física en la escuela, donde no hace nada, es la garantía de los subsidios familiares.”[1] El texto, políticamente incorrecto, me parece más interesante que la repetición de tópicos falsamente igualitaristas. Los que trabajamos en la enseñanza secundaria sabemos muy bien que estos adolescentes de los que habla F.Dolto son los únicos segregados del sistema educativo. Discriminar no es segregar, si se hace de manera flexible y en función de este deseo al que me refería y que no se les deja ni se les ayuda a formular. Las ilusiones, lo sabemos muy bien, solo sirven para taponar la angustia de lo real.







[1] Dolto, Françoise “ ¡ Prepárate para el futuro! “ en Niño deseado, niño feliz Ed. Paidós, 1997, Barcelona

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