domingo, 19 de febrero de 2017

JEAN-FRANÇOIS BILLETER : CONTRA FRANÇOIS JULLIEN



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Escrito por Luis Roca Jusmet

   En su libro Contre François Jullien ( Editions Allia, 2007) Jean-François Billeter formula una serie de críticas muy precisas al filósofo francés. En primer lugar el de utilizar, cuando habla de China. de una falsa identidad cultural. Hablar de China y de los chinos significa, para él, dar a entender que hay una esencia inmutable que pertenece de manera intemporal a todo el colectivo. Implica negar. por consecuencia, la historicidad de China y la heterogeneidad de los chinos. Lo más grave, continua Billeter, es que esta supuesta identidad se establece políticamente a partir de la ideología imperial. Billeter considera que esta fascinación de Jullien y de sus seguidores se debe a que el elitismo republicano de la intelectualidad francesa comulga bien con el de los letrados del Imperio. Jullien contribuye así a dar una justificación académica a este Mito del Otro ( de la Alteridad) que hemos heredado de los jesuitas, ocultando su significado político. Se presenta como natural lo que forma parte de un orden social donde unos ganan y otros muchos pierden: esta es la función ideológica del saber dominante, ocultar las relaciones de domino contingentes para no tener la opción de cambiarlas. Lo que no nos explica Jullien, continúa Billeter,  es la diferencia de posiciones entre los chinos a partir de la decadencia del Imperio, desde los inicios del siglo XX. Unos cuestionan totalmente la tradición, como los comunistas. En el otro extremos los tradicionalistas defienden el retorno a las raíces. En medio de unos y otros están los críticos que defienden la libertada individual y la democracia y los que quieren defender una identidad china diferente de Occidente pero abierto a él. El debate es complejo y las posiciones , en muchos casos, ambiguas. 
 Para Billeter Lao Zi y Zhuangzi, considerados ambos taoístas y que, para Jullien, formarían parte de este pensar chino global, tienen planteamientos totalmente diferentes. Mientras el primero defiende las formas invisibles de poder y la sumisión del pueblo el segundo es un rebelde, un crítico con el sistema. El budismo es la corriente más crítica con las jerarquías sociales. El confucionismo, en cambio, es incompatible con la democracia. Jullien elude, también, la cuestión problemática de la democracia en China.
 Para Billeter no hay que preguntarse, como hace Jullien, porqué la monarquía es para China el único sistema político posible. Es un hecho objetivo que, por el contrario, no todos los pensadores chinos lo han defendido, ya que algunos de ellos han visto la necesidad de una primacía de la autonomía del individuo, de su capacidad de autodeterminación y de las libertades políticas. Justamente estos son ignorados por Jullien, que se inspira en filósofos chinos que no cita ni critica, para reconstruir el Mito del Otro referido a China. Se uniformiza así, artificialmente, el discurso chino y el europeo para plantearlos como dos caminos homogéneos del pensar. Se elimina las disidencias, los conflictos y la heterogeneidad interna. Jullien niega la experiencia común de la filosofía, propia de cualquier humano que quiere construir una práctica ética e intelectual singular. No hay diálogo entre Jullien y los pensadores chinos actuales, ya que no le interesan sus debates sino construir un discurso artificial, ficticio al servicio de la restauración ideológica china.
 Jullien se defiende de la crítica anterior diciendo que no es un sinólogo sino un filósofo. China es para él un pretexto para la reflexión filosófica. Va al camino del pensar más ajeno para experimentarlo y volver luego sobre el propio. Pero el problema, dice Billeter, es que Jullien no puede salir de su pensar europeo, ni tan solo de un discurso cerrado del pensamiento francés, que para Billeter está ligado a Foucault y a Deleuze. Lo que así hace es presentar desde su óptica textos acabados y cerrados, sin aclararlos, ni comentarlos, ni situados en su contexto. Lo que ocurre es que no hay la supuesta confrontación entre dos maneras de pensar sino un monólogo de un pensador francés que utiliza unos conceptos, supuestamente chinos, de la manera que más le interesa. Aquí ya es cuestionable la traducción francesa única que realiza de los caracteres chino. Se genera entonces una retórica confusa que crea una ilusión filosófica de falsa profundidad. Confunde lo que pensamos con lo que decimos sin acabar de entenderlo, Si no hay una experiencia común, entonces no hay diálogo posible. 
 El método que defiende Billeter, es buscar la unidad de la experiencia humana, entender a partir de lo particular lo común, que es la palabra y la razón, compartida por todos los humanos. Lo que llamamos la filosofía.
La crítica de Billeter levanta todo un movimiento en  defensa de Jullien que acaba cristalizando en un libro colectivo llamado Pour François Jullien. El libro es interesante por varias cuestiones.  
 La primera es para conocer el impacto de la filosofía de François Jullien dentro y fuera de Francia. Este dentro de Francia incluye mienbros de su misma generación (Bruno Latour) o de generaciones anteriores como Alain Badiou o  Paul Ricouer. En esta obra colectiva participan pensadores alemanes ( Wolfang Kubin) y estadounidenses ( Ramona Naddaff). Pero sobre todo destaca la presencia de dos filósofos chinos ( Lin Chi-Ming y Du Xiaozhen).
La segunda es comprobar como el trabajo de Jullien abre la filosofía al diálogo con múltiples disciplinas, como la sociología ( Philippe d'Iribarne), la lingüística comparada ( Philippe Jousset), la historia ( León Vandermeersch) y el psicoanálisis ( Jean Allouch). Me parece que es una magnífica expresión de lo que podemos llamar una concepción híbrida de la filosofía.
¿ Es justa la crítica de Billeter a Jullien ? No lo es, lo cual no quiere decir que no haya elementos valiosos en ella. En estos escritos apologético de Jullien, en el que algunos más interesantes que otros, comparten el error de descalificar a Billeter. Me parece un error.
 Vayamos a la crítica en cuestión. Por un lado la crítica es interesante y la suscribiría en su crítica a la trampa de plantear China como una identidad cultural. En este sentido podemos aprender de la crítica de Billeter para matizar lo que dice Jullien. Pero me parece que la posición de Billeter es excesivamente hipercrítica y nos coloca en el falso dilema de estar a favor o en contra de Jullien. François Jullien tiene un valor funadamental en el panorama filosófico actual que hay que reconocerle. Su trabajo filosófico de nociones chinas que, aunque no sean tan homegéneas como nos presenta el filósofo francés existen y son dominantes en la tradición china, es muy interesante. Los trabajos de Jullien son filosóficamente fecundos y nos posibilita una reflexión renovada en un panorama poco creativo.

















4 comentarios:

  1. Para los que no sabemos chino, que sería la primera condición a la hora de poder intervenir en debates de tanto nivel, tan bien nos viene lo que dice Jullien, como lo que dice Billeter, como el diálogo o minipolémica entre ellos. Es un mundo impresionante el que se no viene encima con China.

    Del vídeo que pones me interesa mucho los problemas que Billeter plantea en la traducción de antiguos textos chinos a nuestras lenguas modernas actuales.
    Dice particularmente dos cosas que me vienen bien. Una que entre occidentales y chinos los que peor lo pasan para entenderse son justamente los filósofos. Artistas, músicos, ingenieros se entienden de un lado y de otro, y no me cuesta comprenderlo porque un motor o un piano lo mismo es aquí que allá. El problema son los filósofos que buscando la universalidad y creyendo haberla encontrado por sus conceptos no se dan cuenta de hasta que punto están condicionadas las categorias filosóficas por el propio idioma, y por tanto por una experiencia cultural. Por ejemplo la palabra libertad, o la palabra imaginación...Billeter se da cuenta de que intelectuales pensadores de un lado y de otro no hablan de lo mismo cuando pronuncian determinadas expresiones. Y precisamente dice que hay que hacer un esfuerzo de imaginación,esto es lo segundo que me ha llamado la atención, hay que usar la imaginación para intentar entender los conceptos chinos buscando en las propias experiencias las que han sido reagrupadas bajo tal o tal palabra china. Pone el ejemplo de lo "celeste" y lo "humano" y vaya que si tenemos que aprender si nos metermos por esos caminos de esfuerzos imaginativos...

    También Jullien habla en otro vídeo que sale después sobre como nuestra idea occidental de eficacia puede verse mejorada con el punto de vista chino de aprovechar las potencialidades de lo que hay...

    Gracias por abrir estos horizontes, aunque aprender chino de momento no es lo mío. Me conformaré con leer a estos intermediarios tan ilustrados.

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  2. Gracias a tí por los comentarios, Ana. Eres una parte imprescindible del blog. La lengua china es, efectivamente el límite. No sé si conoces mi otro blog (trama sin tejer)que está en los enlaces. Es todo sobre China ( medicina, taoismo, budismo chan y sobre todo tai chi otras prácticas que conozco). Es mi pasión pero no puedo ir más lejos porque no tengo la paciencia para aprender chino. Pero aún así, reonociendo este límite, he aprendido mucho de China. Te aconsejo plenamente el libro de Jullien "tratado de la eficacia" si el video te ha interesado. Vale la pena.

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  3. Hola Luis, estoy estudiando la obra de Jullien y me interesa intervenir pero no se si seguís conectado.
    Saludos.

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    Respuestas
    1. Hola Maximiliano,
      Sigo conectado. Escribe y conversamos. Un abrazo
      Luis
      PD : o si prefieres escríbeme a lroca13@ono.com

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