
Lo corriente en el hombre es la tendencia a creer
verdadero cuanto le reporta alguna utilidad. Por eso hay tantos
hombres capaces de comulgar con ruedas de molino. Os hago esta
advertencia pensando en algunos de vosotros que habrán de
consagrarse a la política. No olvidéis, sin embargo, que lo
corriente en el hombre es lo que tiene de común con otras alimañas,
pero que lo específicamente humano es creer en la muerte. No penséis
que vuestro deber de retóricos es engañar al hombre con sus propios
deseos, porque el hombre ama la verdad hasta tal punto que acepta,
anticipadamente, la más amarga de todas.
Antonio Machado
Escrito por Luis Roca Jusmet
Nos enfrentamos, al reflexionar sobre la relación del hombre con la verdad, con una ambivalencia, una doble polaridad. Por una parte el hombre tiende al saber, busca la
verdad, como decía Aristóteles. Pero como le corregía Castoriadis el hombre lo que quiere también es creer. Las frases absolutas son
siempre excesivas y en estos dos casos también. Freud, en su penetrante trabajo
analítico, captó este carácter complejo : sabemos lo que no sabemos, en el inconsciente está
este saber que no se sabe pero que existe. Queremos y no queremos
saber la verdad : ésta es la paradoja humana.
Algunos autores consideran que la pregunta por la verdad es la que define la
problemática filosófica como manera específica de pensar.
Preguntarse por la verdad es cuestionar, poner en crisis el saber
establecido. Significa problematizar, interpelar al sujeto del
supuesto saber, por utilizar una acertada expresión lacaniana. La
filosofía se pregunta por la verdad y ésta es originariamente
aletheia, des-encubrimiento, aparición de lo que está
oculto. La verdad se desvela y aparece a la mirada humana. Platón en
su famosa alegoría de la caverna ya lo dice muy claro : el que sale
del mundo de las sombras es el que es capaz de mirar de otra manera,
de ver lo universal invisible para los sentidos y no quedarse en la
percepción concreta. Aparece aquí una concepción enigmática de la
verdad, que algunos modernos como Martin Heidegger elaborarán
buscando fuentes más antiguas y para él más puras : Parménides y
Heráclito. Pero al final parece una concepción más mística que
otra cosa, entendiendo por mística una especie de visión en la que
se manifiestan de manera directa la Unidad de todas las cosas.
Algunos filósofos como Schopenhauer,
Nietzsche o Wittgenstein se han sentido tentados por éste camino.
Pero poco hay que decir por aquí, es una experiencia directa que hay
que vivir y de la que poco, seguramente, se puede decir. Por lo menos
en términos conceptuales.
Aristóteles cuando habla de
la verdad como algo vinculado al lenguaje. La verdad no es lo real
sino lo que decimos/pensamos sobre la realidad, una propiedad de las
proposiciones. Aparece aquí una noción de verdad que coincide con
nuestro sentido común: lo que pensamos o decimos es verdad cuando
coincide con el hecho y no lo es cuando no coincide. Esta es la
lectura positivista de lo que apuntó, seguramente con un sentido muy
diferente, Aristóteles. La noción de hecho como
lo positivo, lo que hay, lo que captamos a través de nuestra
experiencia sensible. Los positivistas, con esta noción tan simple,
pasan por encima de la filosofía crítica anterior de Kant. Para
este filosófo el hecho objetivo se constituye simultáneamente con
el sujeto. Es el sujeto el que da forma a una materia que sólo
percibimos a través de las maneras humanas de ordenar la Cosa
en sí. Los hechos son
fenómenos, es decir la manera como un real inaccesible aparece a
nuestros ojos. Es cierto que Kant no llevará este planteamiento tan
lejos como su lector Schopenhauer cuando este último dice que el
mundo es una representación, no una presencia. Kant, más prudente y
quiere mantener la legitimidad de la ciencia, que poco antes había
cuestionado Hume y teme una deriva hacia el idealismo que nos
llevaría a pensar que el mundo es una construcción del sujeto. Lo
que hace entonces es volver a afirmar la certeza de lo empírico,
limitándose a llamarlo fenómeno.
Sí que hablamos de la realidad tal como le aparece al hombre pero ésta es la única posible para
nosotros. Lo real vuelven a ser los hechos percibidos, aunque esto
implica una complejidad que la simplificación positivista
posteriormente eludirá.. Lo que obvian es que lo objetivo es
únicamente lo que nosotros, como sujetos, constituimos como tal..
Richard Rorty ya planteó una crítica muy acertada de la concepción
especular de la verdad : la realidad no se refleja en nuestra mente,
a través de los sentidos, tal como es. Esto es realismo ingenuo.
Pero también quisiera evitar su contrario, que es entender la verdad
como una ficción. Esta es también una vieja teoría que ha tenido
un gran éxito en esto que se ha llamado la postmodernidad. Su
inspiración, un breve e inteligente texto juvenil de Nietzsche
llamado “Verdad y mentira en sentido extramoral.” Lo que plantea
es sencillo : la experiencia es siempre subjetiva, es la de de un
organismo que interactúa con su entorno con el aparato perceptivo
propio de su especie para adaptarse al medio. Los humanos, animales
arrogantes, nos inventamos la verdad, que no es otra cosa que el
establecimiento de una relación de poder social. El lenguaje produce
conceptos, que no hacen otra cosa que igualar lo que es desigual,
esta experiencia singular que es la única real. De esta forma los
grupos de poder imponen su criterio y se considerará normal lo que
éstos consideren como tal. Ni más ni menos, la verdad es entonces
la ficción que se establece arbitrariamente como medida. El chaman
entrará en contacto con espíritus de animales que el resto de los
mortales no son capaces de captar y ésta es la verdad en el mundo en
que domina. En nuestra sociedad tecnocientífica será un
esquizofrénico que tiene alucinaciones y esta es nuestra verdad. No
hay más, la verdad es una convención social, afirmación que
desarrollarán ampliamente los filósofos relativistas
postmodernistas y los antropólogos constructivistas. Este
relativismo conduce a un escpeticismo absoluto, a la negación de la
existencia de una verdad común.
No estoy de acuerdo con lo anterior y más bien me sitúo en un
escepticismo moderado. Me resisto al todo vale, todo es igual, cada
cual se crea su mundo … Creo que la filosofía debe salir de este
callejón sin salida y buscar lo común, lo que nos une, esta Razón
común de la que ya hablaba hace muchos siglos Heráclito. Debe haber
una verdad para compartir, a partir de la cual entender y
entendernos. Tenemos la experiencia que aunque sea singular aparece
en un cuerpo semejante, con un cerebro semejante, con un lenguaje
semejante. Sólo desde la experiencia compartida puede construirse
esta verdad y desde aquí es posible una concepción renovada de la
teoría d ella verdad como adecuación. Sí, de esta manera la verdad
ocurre cuando lo que decimos, lo que pensamos, se corresponde con lo
que vivimos, con lo que experimentamos. Me parece nefasta la división
introducida por Hume y consolidada por los positivista entre la
lógica y la experiencia. La lógica no es un procedimiento formal,
es nuestra manera humana de pensar la experiencia y la única verdad
es la que surge de aquí.
Es interesante la diferencia que establece Kant entre el saber, la
creencia y la opinión. El saber es una convicción subjetiva que
puede ser argumentada al otro, que tiene una consistencia objetiva.
La creencia es una convicción subjetiva que no puede argumentarse de
una manera objetiva. La opinión es una argumentación probabilística
que conduce a una creencia débil. El saber es entonces una creencia
bien argumentada que tiene un carácter provisional y abierto. La
convicción subjetiva no puede ser nunca absoluta, total. Aquí está
el punto de escepticismo, en esta distancia crítica con lo que
sabemos. Distancia crítica que no puede conducirnos a una falta de
determinación. Estoy de acuerdo con Hegel en que hay que elevarse a la
duda pero para afirmar algo más sólido, ya que aunque lo que
sepamos es provisional no puede perder su fuerza.
He contrapuesto aquí de entrada un realismo podríamos decir
crítico, que mantiene esta visión de la verdad como adecuación del
pensar/decir a unos acontecimientos que con toda su complejidad
existen. Lo he hecho a las teorías convencionalistas para las cuales
la verdad es simplemente un acuerdo social. Se habla de otras teorías
de la verdad como la pragmatista, la perspectivista y la que la
entiende como coherencia. Todas estas divisiones me parecen que
confunden más que aclaran porque finalmente puede reconducirse hacia
las tres posiciones básicas que he mencionado. O entendemos que
podemos entender el mundo tal como es ( el realismo ingenuo del mal
llamado sentido común pero también del cientifismo
positivista ), el realismo crítico ( de las concepciones críticas
de la ciencia y de la filosofía) o la del convencionalista ( la
verdad es siempre una ficción). Es decir : verdad absoluta, verdad
relativa o imposibilidad de la verdad). La teoría pragmatista me
parece que queda incluida en este realismo crítico porque es la
práctica como experiencia la que permite contrasta lo que decimos.
No hay una adecuación pasiva entre el enunciado y la percepción
sino entre el lenguaje y nuestra interacción en el mundo. Respecto a
entender la verdad como coherencia me parece absurdo plantearlo como
una opción alternativa porque desde los que defienden una concepción
dogmática de la verdad hasta los planteamientos convencionalistas
aceptan que el discurso supuestamente verdadero ha de tener una
coherencia interna. Para las teorías realistas la coherencia la
adquirimos también a través de razonamientos inductivos. Esto
quiere decir, por ejemplo, que un juez declara culpable a un sujeto
cuando el conjunto de hechos probados nos permite concluir por
coherencia que es el responsable del acto del que se le acusa.
Pasemos ahora al perspectivismo, que normalmente se asocia a
Nietzsche. En sentido fuerte sí que el perspectivismo nos conduce a
un relativismo y a un escepticismo pero no necesariamente lo hemos de
plantear en estos términos. Desde un realismo crítico hay una
perspectiva que es la humana, que es la que universaliza nuestra
mirada. Pero esto no quiere decir que debamos disolver nuestra
singularidad en una perspectiva uniforme. Quiere decir que a partir
de nuestra experiencia única nos abrimos a lo común, a lo que
podemos compartir. Aquí me parece clave señalar los tres tipos de
verdad que he podido diferenciar en mi andadura : la verdad objetiva,
la verdad intersubjetiva y la verdad intersubjetiva. Me adelanto a la
primera crítica ¿ No es la verdad objetiva y nunca subjetiva ?.
Entramos aquí en la confusión de las palabras y en este sentido
estaría con Wittgenstein cuando habla de la filosofía como terapia
del lenguaje. La verdad objetiva no es sólo, como dice el
positivismo, la verdad de los hechos. Tomar los hechos como
referencia significa partir de un axioma atomista más que
discutible. Los hechos se explican, la mayoría de las veces desde su
contexto, desde la red en que están insertos. Esto pasa
especialmente en las ciencias sociales. Como bien dice el gran
sociólogo Immanuel Wallernstein hay que ir de lo global a lo
particular y no de lo particular a lo global. Estamos en un
Sistema-Mundo global ( sigo con el razonamiento del anterior) que es
la Economía-Mundo-Capitalista. Si no tenemos una visión de
conjunto, aunque sea intuitiva ¿ cómo podemos entender un hecho
económico como la descolocación de una empresa o un hecho político
como una guerra local ? Hay estructuras, redes que hemos de ir
ligando, conectando para saber lo que pasa, no aislar los hechos para
disecarlos. Esto no quiere decir que no podamos estar de acuerdo
respecto a la necesaria objetividad que trata sobre lo que pasa. Si
relativizamos estas cuestiones acabaremos justificando el
revisionismo histórico sobre el nazismo cuando plantea que el
holocausto es sólo una interpretación entre otras muchas posibles.
Si se mató a X millones de personas este es el dato, el hecho
incuestionable. Para no contradecirme con lo que he dicho
anteriormente recuerdo que lo que he cuestionado es centrarse sólo
en los hechos, no en su existencia. Los cuerpos de estas personas son
lo real que se resiste a nuestras especulaciones. Esta allí, los
cuerpos carbonizados estaban allí y eran una cantidad concreta. La
verdad objetiva debe ser investigada y constatada. El criterio de
verdad aquí es el de la adecuación : la correspondencia o no
correspondencia con los que pasa. El subjetivismo es aquí una
distorsión, una proyección negativa.
Lo que yo defiendo es otra verdad que es la del sujeto, la de la su
experiencia singular. Películas como Rashomon ( Akiro
Kurosawa) o novelas como Una mujer justa ( Sandor Morai) o
El cuarteto de Alejandría (Lawrence Durrell) ejemplifican esta
verdad narrada por el sujeto desde su experiencia. Creo que vale la
pena reivindicar el carácter subjetivo de la palabra experiencia.
El mismo Aristóteles entiende por el término lo que elaboramos a
partir de nuestra práctica. Son los racionalistas y empiristas los
que dan a la experiencia un sentido restringido de lo accesible por
los sentidos. Esta verdad narrada que es la que surge de nuestra
interacción con el mundo y la manera cómo la explicamos y ésta es
la verdad que hemos de mantener. Aquí si hay una perspectiva
subjetiva que hay que respetar, aunque es importante integrar el
máximo de verdades objetivas en esta narración. Dejemos la palabra
contrastación empírica, necesaria para la ciencia, para referirse
al experimento o a la observación objetiva. Dejemos la experiencia
al sujeto, ya que desde ella éste debe elaborar sus verdades.
Finalmente tenemos la verdad intersubjetiva, que es la que surge del
contraste ( que quiere decir tanto diálogo como conflicto) entre
estas verdades subjetivas. Pienso que las verdades morales y
políticas deben ser verdades intersubjetivas, ya que los valores
forman parte de las verdades subjetivas de cada uno y son desde ellas
que deben buscarse los acuerdos. De todas maneras me olvidaría de
planteamientos como el de la ética del discurso o del consenso de
Habermas. No es desde una racionalidad sino desde el complejo
racional-emocional de cada uno desde donde surgirán estas verdades.
En este sentido reivindico verdades morales y políticas desde la
intersubjetividad. Está claro que en este planteamiento estoy
priorizando las identidades singulares en un horizonte universal
frente a las identidades culturales. Me parece que hoy, en el mundo
globalizado, hay que orientarse en esta línea. Las identidades
culturales ( religiosas, culturales ) cuando adquieren el carácter
dominante elimina nuestra singular, nuestra libertad y nuestra
capacidad propia de pensar. Pero sobre todo nos hace perder la
perspectiva humana, sobre la cual se basa el respeto hacia el otro y
el sentimiento de humanidad.
Falta tratar también una cuestión fundamental, que es la relación
entre la verdad y el poder, tema que trató en profundidad Michel
Foucault.
Me alegro de que tras este exhaustivo recorrido por todas las definiciones de verdad que en el mundo han sido hayas llegado a la de la experiencia humana de cada uno, propia e intransferible como base, de acuerdo. Echaba en falta la fenomenología en el listado y al final has llegado a algo parecido...Y que la verdad no es sólo algo razonable también emocional.
ResponderEliminarPor ejemplo, repugna que se hable de "tal cantidad de cuerpos carbonizados" sólo, era además una tragedia, un desastre.
Si Ana, si separamos la lógica de la experiencia, los hechos de los sentimientos, estamos perdidos.Al final es la experiencia singular en lo que tiene de común lo único a los que nos podemos coger.
ResponderEliminarMagnífico Rashomon!
ResponderEliminarY El cuarteto de Alejandría con la insoportable Justine, Clea, Mountolive y Balthazar...
Por esa historia me empeciné en conocer Egipto.
Y montar un camello en el desierto con vestido largo de seda y tacones altísimos para crear una escena más en la obra de teatro que es nuestra vida...
¿La verdad?
Una creación.
Mis cariños, para tí, Luis
Encantado de saber de tí y escucharte, Inés. Me gustaría que compraras el libro que acabo de publicar. Ahora mismo publico en un nuevo post donde se puede comprar en Argentina. ya me dirás.
EliminarUn abrazo
Falta la "verdad jurídica" Luis.
ResponderEliminarEs aquella que surge de las pruebas presentada por los abogados y que el juez analiza según su ciencia y conciencia...
Mientras no se hagan desaparecer...Mientras el magistrado sea honesto.