viernes, 29 de julio de 2016

LA ESTÉTICA COMO EMANCIPACION en JACQUES RANCIÈRE




Luis Roca Jusmet




 Jacques Rancière, uno de los pensadores actuales de la 
izquierda radical más interesantes, elabora una teoría estética como desarrollo de su trabajo de filosofía política. La emancipación es el hilo conductor fundamental del discurso de Rancière. La emancipación entendida como el desarrollo de las capacidades de cualquiera. Todos somos iguales en nuestras capacidades básicas y en nuestra creatividad. La política, la pedagogía y la estética son los terrenos entrelazados a partir de los cuales articula sus análisis y propuestas. Rancière no es un escritor fácil ni tampoco sistemático. Su filosofía es una búsqueda, una aventura intelectual que quiere compartir, no unos saberes que quiere transmiti sino algo para integrar estos materiales en nuestra propia experiencia. Rancière escribe sobre cine pero este artículo se basa en escritos sobre estética, no sobre cine en concreto. Pero complemento mi comentario precisamente con el primero de las cuatro entrevistas que tiene sobre cine, que se pueden ir siguiendo en youtube a partir de esta primera que reproduzco en este post.
 En El tiempo de la igualdad. Diálogos sobre política y estética ( 2009) nos explica que el paso de su interés de la política a la estética, no como un desplazamiento de intereses o de temática sino como una derivación natural de su reflexión política. El hilo conductor es la lucha de los humanos por la emancipación, es decir, por la igualdad. La igualdad no es un ideal para él, sino un punto de partida. La igualdad es lo que nos ha sido arrebatado a través de lo que él llama la policía. Esta es la teoría política de la que parte : la diferencia entre policía y la política ( El desacuerdo, 1995).  La policía es la que ordena y mantiene un orden social establecido que implica una desigualdad de funciones y de lugares de los cuerpos. Cada cuerpo está en el lugar establecido por esta policía y se justifica desde el consenso. La política, es decir la democracia, aparece como un suplemento, como un desacuerdo. Surge cuando alguien, algunos, luchan por salirse del lugar que se les ha asignado.  Entonces se constituyen pueblo, como comunidad política heterogénea frente a la comunidad homogénea que establece la policía. Esta reflexión política le llevará a interesarse por la estética. Lo hace inicialmente a partir de dos libros de literatura : Mallarmé (1996)y La palabra muda (1998). Después escribirá sobre cine: La fábula cinematográfica (2001).Sus producciones teóricas más importantes sobre estética son El reparto de lo sensible. Estética y política (2000), El inconsciente estético (2001), El destino de las imágenes (2003) y El espectador emancipado ( 2008).Me centraré en tres de estos libros ( El reparto de lo sensible. Estética y política El espectador emancipado y El malestar de la estética ) para explicar algunas de las ideas de Jacques Rancière que me resultan más interesantes Partimos de la definición de la estética como configuración del mundo sensible común, en la que se plantea otro marco de lo visible, de lo enunciable y de lo factible. Pero sabiendo que los efectos de esta transformación son imprevisibles, no son manipulables. Se desplazan así el equilibrio de los posibles y la distribución de las capacidades. En El reparto de lo sensible cuestiona la evidencia sensible común que distribuye jerárquicamente en partes y funciones exclusivas los cuerpos, que quedan encerrados en determinados lugares. La policía y la política son las dos maneras posibles de reparto de lo sensible. La policía identifica lo común de una comunidad, para discriminar a partir de aquí lo que es visible e invisible y para dar una determinada ordenación a los cuerpos. Se establece de esta manera lo que cada grupo puede ver, pensar y hacer. Se reparten los espacios, los tiempos y las formas de actividad. La política y la estética surge cuando alguien, los sin-parte, desarrollan percepciones y prácticas diferentes que las que les son asignadas. La política es la indeterminación de las identidades, la desligitimación de las posiciones de palabra, de las desregulaciones de espacio y de tiempo : es el régimen estético de la democracia. Aquí no hay repartos de lo sensible, está abierto a cualquiera. Tenemos como ejemplo la democracia novelesca, donde se rompen las clasificaciones de las artes poéticas y del público al que va dirigido.
 En el reparto de los sensible trata sobre la política del arte, como ejercicio emancipatorio, consiste en romper los consensos en la construcción de los paisajes sensibles y maneras de percibirlos. Se trata de construir cosas nuevas, de romper el consenso y abrir nuevas posibilidades y capacidades desde la igualdad. Rancière analiza el cine, la fotografía, el teatro y el video a través de ejemplos concretos que nos permiten visualizar su discurso, muy denso conceptualmente y con una retórica a veces difícil.  Reivindica una vez más el desacuerdo, ya que el consenso introduce una manera falsa de solucionar antagonismos irresolubles a partir de la negociación y el arbitraje. Al mismo tiempo el consenso homogeneiza discursos que son radicalmente heterogéneos. Pero no hay que olvidar que no podemos intentar llevar al arte al mundo real, porque éste sencillamente no existe. Nos movemos, en el arte y fuera de él, en construcciones en el espacio, con unos cuerpos que ven, sienten y actúan de una determinada manera.
 En La emancipación del espectador  Rancière recurre a su propia experiencia generacional para analizar el gran error que ellos cometieron al querer emanciparse sin cuestionar la frontera entre el intelectual y el obrero. Era la relación entre un supuesto poseedor del saber teórico (el estudiante-intelectual) y un supuesto del saber empírico ( el obrero). Muchos jóvenes estudiantes franceses del mayo del 68 vivieron este fracaso, el de intentar aprender con los obreros lo que era la explotación mientras pretendían enseñarles lo que sería la revolución. La cuestión, dice Rancière, era más sencilla: eliminar la frontera entre estudiantes y obreros y plantear que es cada cual el que habla desde su experiencia, sin clasificaciones previas. ¿Y porqué no eliminar también la frontera entre actor y espectador, entre narrador y traductor ? Deberáimos hacerlo porque todos somos traductores, ya transformarmos constantemente lo que nos viene dado en experiencia propia. Hay que empezar cuestionando las diferentes maneras que han sistematizado para manipular al espectador, desde el teatro de la distancia de Bretch, hasta su contrario, el de la identificación de Artaud. ¿Porqué no dejamos en paz al espectador? sugiere Rancière,  ¿ Porqué considerar que su posición es inmóvil? ¿ Porque considerar que el espectador del teatro debe hacer algo interactivo y no considerarlo igual que al espectador de la televisión? ¿No será también un prejuicio considerar a éste pasivo y acrítico ? Hay que romper la dicotomía entre la palabra y la imagen, de clara influencia lacaniana. Las imágenes comportan siempre figuras retóricas y poéticas, es decir lingüísticas. Y el lenguaje comporta imágenes y la misma fonética lo es. Hay muchas preguntas interesantes : ¿ Cuando una imagen es intolerable? ¿Cuando una imagen es pensable ?. Cuestionemos la superioridad intelectual de los que desprecian las imágenes en nombre de las palabras. ¿No será justamente el problema atribuir la palabra y la lectura al ciudadano crítico y las imágenes a la masa consumista ?. El sistema, continúa Rancière,  no nos proporciona imágenes para anular la capacidad crítica que encierran las palabras, como nos advertía hace unos años de manera apocalíptica Giovanni Sartori. Lo que hacen los mass media es reducir, seleccionar y manipular imágenes en el marco de un discurso que les da sentido. Aparece, junto con el odio a la democracia, el odio a un régimen común del arte. Es el mismo discurso : unas masas idiotizadas por las imágenes y una élite ilustrada separada de ellas. Aunque las imágenes tampoco son armas para el combate, como ingenuamente pensábamos al considerar que algunas imágenes impulsarían a la acción combativa. Pero si pueden ser maneras de trastocar lo visible. Sería un error considerar a Rancière un postmodernista porque justamente forma parte del grupo de filósofos que, como Badiou o Žižek, quiere recomponer el espacio crítico para un proyecto político emancipatorio. Porque el problema de la tradición crítica, dice Rancière, es que ha sido fagocitada por su propia dinámica. El mismo arte crítico, por ejemplo, se ha desmantelado a sí mismo como proyecto transformador, Porque los artistas críticos han acabado presentando a los revolucionarios como si formaran parte del espectáculo de la sociedad que critican.  Surge así la izquierda melancólica que denuncia tanto al sistema como a la ilusión de transformarlo. Esto lleva a un callejón sin salida porque el trabajo crítico queda así anulado, integrado en un discurso nihilista que como tal es inofensivo porque no tiene capacidad transformadora. Hay que volver a una concepción del arte como proyecto transformador dirigido a todos, a cualquiera. Pero no un arte militante sino un arte que permita romper este consenso que reparte lo sensible en un orden policial, sea éste autoritario o liberal.En El malestar de la estética se ocupa de la manera como el arte se convierte en la promesa de ser más que un arte o de  transformarse en un arma política o en una metapolítica. Analiza la crisis del término vanguardia como expresión de la radicalidad artística y política. La política, para Rancière, no es el ejercicio del poder o la lucha por el poder. Cuestiona también el reparto de lo sensible que hace la estética. La relación entre política y estética es, entonces, la de cuestionar como se recortan y limitan los espacios y los tiempos, los sujetos y los objetos, lo común y lo singular. El arte y la política son formas de relacionarse los cuerpos singulares en un determinado espacio y tiempo específicos. Pero el arte no debe servir para explicar a los oprimidos su opresión. Los oprimidos ya lo saben, lo único que les falta es entender que las cosas pueden transformarse. Que es posible el cambio. El arte debe hacer propuestas en cuanto a esta reconfiguración de lo sensible. Rancière analiza, en concreto, lo que llama la mezcla de los heterogéneos como muestra de arte contemporáneo. Esta mezcla lo hace a través de lo que llama el juego, el inventario, el encuentro y el misterio. Nos da ejemplos concretos de cada una de estas formas. Hay también dos artículos críticos con las propuestas de Alain Badiou y de Jean-François Lyotard. Me ha parecido más inteligible y accesible el segundo que el primero. También más interesante, por la manera como lo liga a lo sublime de Kant.El último texto del libro se titula "El giro ético de la estética y la política" y es el que más me ha gustado, quizás porque es más filosófico y político y la estética y el arte no están entre los mis prioridades. Hay una hipótesis fuerte, muy polémica pero muy fecunda. El giro ético de la estética y de la política no es un giro moral, en el sentido de buscar criterios normativos a partir de los cuales hacer juicios morales de la política y la estética. Es otra cosa. Se trata de diluir el derecho en el hecho, por un lado, y de disolver la política y la estética en una comunidad consensuada. Es el dominio del consenso de una ley única totalizadora: la Ley del Otro. Rancière analiza dos películas que son la cara y de la cruz de este planteamiento, que es el de la justicia y la deuda infinitas, que tienen una base ideológica en el ya citado Lyotard. La primera película es Dogville de Lars Von Trier y la segunda Mystic River de Clint Eastwood. En la primera película, Grace, la protagonista, es víctima de un mal que es el de la propia sociedad, un mal que se produce y se reproduce sin fin y para el que se necesita, por tanto, una justícia infinita. En la segunda hay una cadena de culpabilidad que también es infinita : todos somos culpables. La comunidad política heterogénea se convierte en una comunidad ética homogénea. Esta ética se entiende como redención por venir o como trauma original. El acontecimiento es primordial o está por venir, pero siempre es teológico.



LA DEMOCRACIA COMO EMANCIPACION en Jacques Rancière

“Proletarios” significa, ante todo, aquel que no tiene parte, aquellos que viven sin más, y políticamente define aquellos que no son tal solo seres vivos que producen sino sujetos capaces de discutir y de decidir acerca de los asuntos de la comunidad. Así, representar la “parte de los sin parte” quiere decir precisamente vincular la cuestión del estatuto de una u otra categoría a la cuestión más general del poder de cualquiera. El corazón de la subjetividad histórica proletaria fue precisamente la capacidad, no de representar la potencia colectiva, productiva, obrera, sino la de representar la capacidad de cualquiera, la capacidad justamente, en tanto que excluido.
Jacques Rancière



  Introducción
Jacques Rancière es un pensador francés nacido en 1940 y que actualmente es profesor de la Universidad de París XII y ha publicado libros muy interesantes dedicados a la estética, al cine y a la política. Forma parte ( con Alain Badiou i Etiénne Balibar ) de la troika de los que fueron discípulos de Althusser, ajustaron cuentas con su maestro y acabaron superándolo con un elaborado trabajo crítico en la tradición de la izquierda radical. Rancière llega a la conclusión, después de mayo del 68, que Althusser, con su dicotomía ciencia/ideología y su teoría del partido como vanguardia del movimiento obrero lo que está haciendo es formular una nueva ideología del orden.
Lo que Jacques Rancière defiende básicamente es la emancipación intelectual de los trabajadores en base a su capacidad política. En su libro El maestro ignorante, se inspira en un curioso profesor del S.XVIII llamado Joseph Jacotot, que después de una experiencia inesperada llega a la conclusión que cualquier ser humano tiene la capacidad suficiente para entender y aprender una explicación clara. El Maestro tiene la función de dominar con su voluntad la inteligencia del alumno y esto no es otra cosa que animarlo a desarrollar su propia inteligencia para aplicarla a lo que quiere conocer. No es entonces el dominio de una inteligencia sobre otra, ya que esto sería manipular, como sucede en el diálogo socrático, donde el Maestro siempre lleva al interlocutor al lugar que le interesa. Lo que reivindica Rancière es la igualdad de las inteligencias, que lo único que necesitan es voluntad y atención. Y no como resultado de unas prácticas pedagógicas sino como punto de partida. La emancipación de la inteligencia es la única que puede garantizar que la población trabajadora, ilustrada o no, sea capaz de emanciparse políticamente.
Sobre la base de un análisis científico de carácter multidisciplinar sobre lo que es la sociedad capitalista A partir de aquí Marx opina políticamente sobre lo que debe hacer la población trabajadora para emanciparse y crear una sociedad más justa y más libre. Y es una verdadera opinión política que puede entender cualquiera que piense con la razón común. Y porque el pueblo tienen suficiente capacidad como para entender que está explotado sin recurrir a las ciencias sociales.
Rancière no cuestiona el valor de la ciencia pero sí que pretenda concluir en una dictadura de los expertos o un dirigismo de las supuestas vanguardias que conducen al silencio del pueblo. Porque al lado de la ciencia está la opinión, que es la que debe considerarse en política.
 La teoría política de Rancière, que es lo mismo que su teoria de la democracia como emnvipación se establece en el libro El desacuerdo. Posteriormente se completa con El odio a la democracia, las entrevistas de Tiempo de Igualdad y la recopilación de artículos en Momentos políticos.

martes, 26 de julio de 2016

VISCA JAVIER PÉREZ ANDÚJAR !

 Escrito por Luis Roca Jusmet



 Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, ha elegido como pregón de la Festa de la Mercè del 2017 a Javier Pérez Andújar. Bravo por Ada Colau. Por la valentía de elegir a a alguién que no es políticamente correcto en Cataluña y que forma parte dels Altres catalans, para entendernos.
Descubrí a Javier Pérez Andújar no hace mucho, a raíz de un artículo que escribió en el diario El País que se titulaba "Ser español es de pobres". El artículo estaba bien escrito, tenía gracia y lo que decía me pareció muy lúcido. Como soy algo obsesivo  busqué su nombre en el navegador y vi que había escrito varias novelas. Incluso solicité su amistad por facebook, a la que respondió con amabilidad. Decidí comprarme la novela, cuyo título es Paseos con mi madre. El azar hizo que un día, paseando por Barcelona con mi padre, me lo encontrara cuando iba  a hacer una presentación de una reedición actualizada de su libro Catalanes todos. El encuentro fue divertido y así se lo dije : " Hombre Javier, ja ves, tú paseando con tu madre y yo con mi padre". La dije que su libro me gustaba mucho y que haría un pequeño comentario en mi blog. Y en eso estoy.
 El libro es testimonio de muchas cosas. En primer lugar de una generación, que es la de sus padres, inmigantes del Sur del España, que vinieron a trabajar a Cataluña. Gente que llegó los años 50 y 60 y que se encontaron en unas condiciones muy duras en unos barrios que se construyeron para ellos y que cambiaron todo el paisaje urbano. Bloques de hormigón  sin condiciones en un entorno sin servicios. Uno de ellos fue el suyo, San Adriá del Besós. El testimonio de la clase obrera que se instaló en Cataluña y que venían la mayoría de pueblos andalucess, extremeños o gallegos.

domingo, 24 de julio de 2016

SOBRE EL ESTADIO DEL ESPEJO : FRANÇOISE DOLTO Y SAMI-ALI




  Escrito por Luis Roca Jusmet

Hay que mencionar igualmente, por sus interesantes aportaciones al tema del estadio del espejo, las reflexiones de otra potente psicoanalista francesa, Francoise Dolto ,contemporánea de Lacan. Sobre todo es fundamental su noción de imagen inconsciente del cuerpo. Parte de una diferencia básica entre el esquema corporal y la imagen del cuerpo. El primero es considerado común a la especie según la matriz de las características temporales y espaciales, ya que es el cuerpo físico, presente en el marco de la experiencia inmediata. Se basa en unas características innatas que se estructuran mediante el aprendizaje y la experiencia. Pero este esquema corporal es portador de una imagen inconsciente del cuerpo, que no es específica sino singular, y que es la síntesis viva de nuestras propias experiencias emocionales, eminentemente inconscientes. Es el soporte del narcisismo y tiene relación con el goce y con el lenguaje, por lo cual entrelaza en su formación el registro imaginario y simbólico.La imagen del cuerpo, al contrario que el esquema corporal, pertenece al orden del deseo y no al de la necesidad. Es también el inconsciente, lugar donde se elabora la experiencia profunda del sujeto. 
 Tiene tres aspectos dinámicos, el primero de los cuales es como imagen de base, que quiere decir como narcisismo primordial que nos da una identidad permanente en nuestro devenir individual. La psicoanalista da a esta noción de narcisismo primordial un sentido positivo, ya que es lo que nos liga a la vida y a la propia auto-aceptación ( lo que hoy se llama la autoestima) El segundo aspecto es el que nos posibilita una imagen funcional, que quiere decir una imagen dinámica en la que se encarna el sujeto del deseo. Nos permite salir del cuerpo biológico para querer vivir y  para ser un cuerpo deseante.El tercero, vinculado al anterior, es la condición para la imagen erógena, donde se focalizan el placer/ displacer erótico en relación con el otro. Si la denomina inconsciente es porque piensa que, paradójicamente esta imagen no es representable, y que es lo que el cuerpo aporta al inconsciente. Los tres aspectos combinados constituyen una especie de  matriz corporal de la subjetividad.Hay una polémica muy rica entre Dolto y Lacan sobre el estadio del espejoen la que la primera defiende la existencia de un narcisismo primario positivo, que en cierta forma es el portador de la energía vital con la que nos identificamos. A través del estadio del espejola autoimagen se sostiene por la palabra de la Madre, que es la que permite articular positivamente el imaginario y lo simbólico en el niño y Dolto considera siempre que la imagen especular ha de estar ligada necesariamente a la palabra, a lo simbólico, para llegar a buen puerto. Polemiza con Lacan  porque considera que éste tiene una concepción totalmente negativa del imaginario en la medida que lo vincula inevitablemente al quedar atrapado en la rivalidad agresividad y en un callejón sin salida narcisista. Françoise Dolto cuestiona además algunas afirmaciones lacanianas como la afirmación de que la reacción del niño frente a esta imagen especular es de júbilo. Las considera excesivamente especulativas y sin contrastación empírica, Pero en lo que difiere radicalmente de Lacan es en el carácter puramente óptico y visual que da esta experiencia., ya que la psicoanalista  la relaciona con una sensorialidad más amplia y explica de manera concreta como, por ejemplo, los ciegos de nacimiento viven esta identificación imaginaria en una modulación diferente. 
 Gerard Guillerault, que ha trabajado a fondo la relación entre los dos grandes psicoanalistas, nos muestra lúcidamente lo que les une, que finalmente  es que ambos aceptan una falta estructural en el ser humano, es decir, que hay algo incompleto en la imagen que no puede simbolizarse, de lo que no puede hablarse. Quizás no acabemos de entender a que se refiere pero intuimos que hay algo se nos escapa en la imagen de nosotros mismos y que tampoco la palabra puede expresar. Si para Françoise Dolto este enigma nos vincula al elemento más luminoso de la condición humana, para Jacques Lacan lo que expresa es su aspecto más oscuro y tenebroso.  

NARCISISMO Y ESTRUCTURAS CLÍNICAS EN LACAN





Escrito por Luis Roca Jusmet


  Jacques Lacan plantea que la teoría del yo más fiel con el genio freudiano hay que abordarla desde dos aspectos claves: desde el yo corporal y desde las identificaciones. Esta declaración de principios la enfrenta radicalmente con otra interpretación del psicoanálisis centrada en la psicología del yo, entendido éste como la esfera libre de conflictos, el elemento mediador  que la cura psicoanalítica ha de reforzar. En este sentido un yo fuerte sería la garantía de una buena adaptación y, por tanto de una vida satisfactoria, es decir, sana. Para Lacan, por el contrario, lo que tiene que hacer el yo es abrirse al ello, no intentar dominarlo.  Si rastreamos directamente en Freud comprobamos que su teoría del yo es muy compleja que puede ser interpretada de varias maneras. A partir del “Proyecto para una psicología para neurólogos”, la noción de yo constituye uno de los hilos conductores de su elaboración teórica, que formula básicamente en  “Introducción al narcisismo” y  “El Yo y el Ello”. Pero no hay que olvidar otros escritos interesantes como “Duelo y melancolía”, “Psicología de masas y análisis del yo” y “”La escisión del yo en el proceso defensivo.” En todo caso lo que sí puede afirmarse es que hay una serie de elementos que son indiscutibles en la teoría freudiana del yo (y la diferencia de interpretación está en como se articulan todos estos aspectos): El yo es una instancia psíquica diferenciada del ello y del superyo y es el producto secundario de una acción psíquica específica y no de una derivación biológica espontánea.  El yo tiene una función mediadora  respecto a la prueba de realidad  (a la que nos someten las exigencias del entorno y de los otros) y a las tensiones internas ( derivadas de la presión contradictoria del ello y del superyo). Las identificaciones son un elemento constitutivo del yo y una función reparadora de las pérdidas de aquellos a los que amamos. El yo tiene una función unificadora de los límites corporales (la superficie del cuerpo, la envoltura corporal) y es la proyección del organismo en el psiquismo El yo es objeto de la líbido a través del narcisismo (El mito de Narciso, como sabemos, es el amor a la imagen de sí mismo) que se inscribe por lo tanto directamente en el 
 registro del  imaginario.
 Si vinculamos el yo con el imaginario es básicamente porque funciona a través de las identificaciones, aceptando la definición lacaniana de que una identificación es la transformación de un sujeto a partir de una imagen. En esta línea el yo percibe imágenes que una vez recibidas e inscritas conforman su propia sustancia. Podemos ampliar la definición de identificación a partir de la que aparece en el diciionario de Laplanche :El proceso psicológico mediante el cual un sujeto asimila un aspecto, una propiedad, un atributo de otro y se transforma, total o parcialmente, sobre el modelo de éste. La personalidad se constituye y se diferencia mediante una serie de identificaciones.  Para Freud la identificación es un movimiento de absorción que va hacia el otro  y que puede llevar hasta el límite de querer devorarlo psíquicamenteComo ejemplo podemos recordar cuando en la película El hombre que mató a Jesse James, éste le pregunta a su futuro asesino (que  le admira de una forma absoluta): ¿Quieres ser como yo o quieres ser yo ?  Habitualmente esta identificación se puede realizar de dos formas diferentes: como deseo consciente de ser como el otro o como deseo inconsciente de ser el otro, en el que éste ser puede identificarse con sus rasgos visibles o con algo mucho más increíble e inquietante: su fantasma inconsciente
 La identificación designa entonces en Freud la formación del yo, porque somos la memoria de los seres que hemos perdido y con los que nos hemos  identificado apropiándonos de algún aspecto que les pertenece. Lo que explica por tanto que seamos lo que somos es un precipitado de identificaciones que vamos realizando a lo largo de nuestra existencia, pero cuyas raíces establecemos en la infancia. Freud trata la identificación  a partir de la clínica en un texto relativamente tardío que es “Psicología de masas y análisis del yo”, en cuyo capítulo VII analiza la identificación histérica como una posición femenina de identificación, en la que la que se quiere atraer al Padre  identificándose con un rasgo la Madre o bien identificándose con él. Lo que busca la histérica con esta identificación es o bien ocupar el lugar de la Madre para atraer el Padre o bien ser ella como el Padre. Tenemos así los dos tipos de histeria: en el primer caso una mujer dominada por un síntoma  y en el segundo una mujer masculinizada.  Pero hay que diferenciar claramente esta identificación con la identificación melancólica, que tiene un carácter narcisista porque la carga amorosa del objeto vuelve al yo. En la identificación histérica, en cambio, la carga del objeto se mantiene y por tanto nos identificamos no con el otro sino con algo suyo, por lo que el éste se mantiene independiente de nosotros con una carga amorosa que depositamos en él. En realidad hay en esta identificación algo paradójico, porque conservamos el objeto y por lo tanto nos identificamos con algo de alguien que permanece fuera de nosotros. A partir de estas reflexiones Freud intenta explicar un fenómeno contemporáneo que es el de la psicología  de masas y lo hace a partir del vínculo que une al individuo con la masa a través del Ideal. Lo que hace éste es ocupar simbólicamente el lugar del objeto amado de la masa y así puede unificarla a su alrededor. El líder, al que idealizan como encarnación de este Ideal, ocupa entonces también un lugar paradójico, ya que el individuo que forma parte de esta masa lo considera como al mismo tiempo una parte de sí mismo y por otro lado alguien que está afuera a quién engrandece idealizándolo. Freud pensaba en  el ejemplo de Hitler, cuyo modelo se ha repetido una y otra vez con líderes más contemporáneos como Mao o Milosevic. Este mecanismo es opuesto al del enamoramiento, ya que aquí se empobrece el sujeto en proporción inversa al engrandecimiento del objeto amado. Este último queda idealizado y nunca nos identificamos con él porque se mantiene como objeto independiente al que queremos poseer y que siempre será inalcanzable. 

viernes, 22 de julio de 2016

SOBRE EL PSICOANÁLISIS





Escrito por Luis Roca Jusmet

 Voy a hacer un balance subjetivo de lo que ha sido y es para mí el psicoanálisis. Subjetivo quiere decir que no pretendo hacer un estudio epistemológico de carácter objetivo. Aunque hay también algo de esto. Lo que pretendo hacer es llegar al momento de conclusión, como diría Lacan.
Momento de conclusión que es resultado de una experiencia de 45 años. Un instante para ver y un tiempo para comprender, siguiendo la temporalidad lógica lacaniana. 
 Un instante para ver. Experiencia que se inicia con las lecturas adolescentes de Freud. Lecturas que me dieron una serie de instrumentos conceptuales para lo que podíamos llamar el autoconocimiento. Ciertamente que desde el mismo psicoanálisis sabemos que es imposible porque nadie puede acceder a su inconsciente. Pero bueno, algo me sirvió a nivel consciente. Forma parte de este primera etapa, lo que siguiendo la temporalidad lacaniana sería el instante de ver, la extraordinaria película de John Houston, protagonizada por un impresionante Montgomery Clift llamada "Freud, pasión secreta". A esta época corresponde también la lectura del libro de Georg Groddeck "El libro de ello", que me impresionó mucho". Al mismo tiempo realicé una lectura minuciosa de varios libros de Carlos Castilla del Pino.
 Esta etapa continúa después de varios años con una asignatura de Francesc Gomá de la licenciatura de filosofía llamada "Freud". Se acaba aquí esta primera etapa. Etapa de contacto, de lecturas dispersas pero intensas. El final de la etapa, a los 33 años, acaba con un curso de Antoni Vicens sobre "Kant con Sade", el escrito de Jacques Lacan. Lo que veo estos años es un horizonte apasionante. 15 años para ver lo que es el psicoanálisis y una experiencia fallida. me matriculo en la Universidad Autónoma de Barcelona porque quiero ser psicoanalista. Un plan de estudios conductista-biologista, una mala experiencia política, una huelga de PNN(s) me hacen desistir,
 Tiempo para comprender. Se inicia unos años después, cuando a partir de una crisis decido psicoanalizarme y empiezo todo un trabajo teórico sobre Jacuqes Lacan, previa lectura de François Dolto, otra psiconalista francesa muy interesante. La experiencia analítica es intensa.  El psiconanálisis es, como dijo Freud, una metapsicología. Es decir una construccción teórica no verificable porque sus afirmaciones no se pueden verificar ( o falsar, como diría Popper). No es, contra lo que interpretaba Bruno Bettelheim, una ciencia humana en el sentido hermenéutico de Dilthey. Freud apuesta por las ciencias positivas, científicos-naturales. Pero se da cuenta de que para entender las neurosis hace falta una teoría sobre un objeto no observable, que la realidad psíquica. Ahora bien, Freud contrastaba sus elaboraciones teóricas con sus casos clínicos. Este es el camino que sigue Lacan. Lacan es muy potente. Elabora toda una serie de conceptos y de intuiciones que enriquecen la aportación freudiana. Ahora bien, Lacan me plantea dos problemas. El primero es que es una teoría excesivamente complicada, le falta simplicidad, y encima el lenguaje barroco que todavía lo complica más. El segundo son sus intentos de formalización, el paso del lenguaje conceptual al algebraico. Aquí no le sigo. Lacan es grande pero la sistematización escolástica de Miller lo ha dogmatizado. Esto no quiere decir que en la EMP fundada por Miller no hayan surgido múltiples iniciativas interesantes y autores fundamentales y renovadores como Massimo Recalcati. No soporto la jerga lacaniana y en este sentido es de agradecer los escritos de gente como Darian Leader, que intenta no quedar atrapado en ella aunque mantniendo la conceptualización lacaniana. los lacanianos son hoy los únicos que plantean una alternativa seria para salvar el sujeto de la reducción de las neurociencias o la normalización cognitivo-conductual. Mi conclusión es, por tanto, que frente a la imposibilidad de la psicología como ciencia, el psicoanalistas ( y dentro de ella la gran aportación de Lacan) es la metapsicología más fecunda e interesante, la mejor caja de herramientas para entender la relidad psíquica y también muchos aspectos de la sociedad contemporánea.

UN FECUNDO ENCUENTRO ENTRE NEUROCIENCIAS Y PSICOANÁLISIS : François Ansermet y Pierre Magistretti







    Escrito por Luis Roca Jusmet


 Las noticias de la superación del psicoanálisis forman parte de la segunda cruzada en contra de esta tradición. La primera cruzada fue, de hecho, anterior a la constitución de la tradición, ya que fue la campaña por desterrarlo antes de que se consolidara. Una vez aceptada su realidad de lo que se trató fue de desprestigiarla. No hay que trivializar este movimiento, ya que aparte de los colectivos más reaccionarios del mundo de la psicología y de la psiquiatría participaron en él gente tan inteligente e interesante como Karl Kraus, Ludwig Wittgenstein o Ernst Jünger. Incluso un crítico del posiitivismo com Karl Popper lo puso como ejemplo de hipótesis no científica. Hoy en día se dice que el psicoanálisis está superado y algunos de lo que hacen esta afirmación se basan en el gran avance de las neurociencias.  La actitud del psiconálisis lacaniano, que es para mí el más interesante, con respecto a las neurociencias no es homogénea. Por una parte presento aquí una conferencia de Miquel Bassols, que es más beligerante, con otra más conciliadora,como la de François Ansermet, del que comentaré un par de libros que escribió con uno de los más importantes neurocientíficos de la actualidad,Pierre Magistretti, Los dos libros  son A cada cual su cerebro. Plasticidad neuronal e inconsciente y El enigma del placer.


Veamos las ideas fundamentales del primer libro, todas ellas muy sugerentes y precisas :

 La plasticidad neuronal es el enlace entre el cerebro y el psquismo, entre lo innato y lo adquirido. Permite que la experiencia deje huella en la red neuronal y modifique las relaciones entre neuronas. Permite entender la integración compleja entre los condicionamientos genéticos y los de la experiencia, la transformación del genotipo en fenotipo.
 La percepción deja huella transformándose en memoria. La memoria se organiza en el hipocampo. Se transforma entonces en una representación o imagen ( un significante, según Lacan). Puede ser consciente, preconsciente o inconsciente. Es un proceso de inscripción y reinscripción que pierde el sentido originario de la percepción. El inconsciente está formado por las huellas censuradas por la represión. Estas huellas forman parte de la memoria declarativa. Es diferente de lo no-consciente, que forma parte de la memoria procedimental.
 Estos significantes forman la red asociativa que conforma la realidad psíquica. La realidad psíquica es independiente de la física porque combina y distorsiona las percepción, convirtiéndose en la fantasía del sujeto. Rige la ley del deseo y al mismo tiempo participa en la constitución del mundo real, es decir condiciona nuestra interpretación de la percepción. El cerebro tiene una fuente de información externa , que es la percepción, y una interna, que es el recuerdo desde la fantasía. La fantasía es la solución que da el niño frente a lo real, es decir, lo que es imposible de simbolizar : el cuerpo, el sexo, la muerte, el enigma del origen, su lugar en la constelación familiar. Nos permite ordenar una biografía porque es una respuesta al enigma de la vida, de la propia vida. Es a la vez una solución y un problema.
 La emoción es el marcador somático de la representación ( el término es de Antonio Damasio). Lo que se reprime es la representación, no la emoción. La amígdala dirige el sistema neurovegetativo, que controla las vísceras y el sistema hormonal. Hipófisis y el hipotálamo lo hace con el sistema endocrino. El lactante tiene hambre y sed. Es un estado somático de tensión y displacer, provocado por el desvalimiento humano. El grito va dirigido a la madre y se busca la satisfacción recordada. Cuando tenemos una tensión por una carencia buscamos el objeto perdido, la madre. Aparece una fantasía inconsciente. Descargamos la excitación a través de la pulsión. La pulsión de vida es estructurante y la de muerte destructiva. La pulsión implica el cuerpo y el sujeto. Buscamos a través de la acción el objeto del deseo a partir del que descargar la pulsión. La homoestasis es un equilibrio interno. La perturbación desagradable genera la pulsión, que es una excitación ligada a una fantasía inconsciente. El principio de placer busca el mantenimiento de la homoestasis. La pulsión busca el goce. El goce viviente no está ligado a representaciones, no está vinculado al Otro. Es lo que nos mantiene vivos en un estado de tensión. El placer busca el reposo, el goce la excitación.
 La vida del sujeto es un devenir en la que las experiencias van dejando unas huellas singulares. Una parte es inconsciente. Es la Otra escena. La identidad personal es lo que se mantiene en este devenir. Nos atraviesa una fantasía fundamental que nos esclaviza porque nos somete a un guión que hemos escrito en el inconsciente. Puede funcionar, a veces de una manera aceptable o a veces produciendo síntomas, cuando hay fisuras. Es en este caso un precio aceptable. Cuando no es funcional desencadena psicosis o neurosis graves. El trabajo analítico es liberarse de esta fantasía fundamental.
 Hay aquí un intento de complementar lo que dicen las neurociencias y el psicoanálisis. Pero lo que esto tiene de positivo, que es abrir un horizonte para el entendimiento de estas disciplinas, lo tiene también de negativo. Porque son dos disciplina que no son complementarias, no hay armonía posible. Son lenguaje heterogéneos. Se puede buscar un encuentro que sea fecundo pero será fallido. No es posible, como dicen los autores, una biología del inconsciente y las pulsiones. Es posible una diálogo tenso, en el que habrán encuentros y desencuentros.

lunes, 18 de julio de 2016

ANÁLISIS DE CONCEPTOS : COMUNISMO





Escrito por Luis Roca Jusmet

 Formo parte de una generación que durante mucho tiempo compartió el sueño comunista. Esta generación, es la de los nacidos entre los años 40 y los 60. Generación de origen burgués o pequeñoburgués, universitarios de formación católica. Hablamos por tanto del entorno de España, de Francia y de Italia. Todos nosotros fuimos comunistas que criticábamos a los viejos partidos comunistas por revisionistas. Marxistas-leninistas,troskistas o maoístas, muchos inlfuenciados por las lecturas de Louis Althusser. Muchos de nosotros pasamos a la socialdemocracia y otros se hicieron liberales. Con el paso del tiempo intento concluir sobre lo que realmente fue el comunismo. Digo fue porque para mí solo quedan restos. Esto a pesar de que filósofos radicales de izquierda de moda, como Alain Badiou o Slavoj Zizek, reivindiquen hoy el comunismo como idea. Esta es mi opinión
 Hay que decir de entrada que hay en nuestra sociedad un planteamiento confuso, que no existía entre los antiguos, entre la teoría y la práctica en cuestiones éticas, morales o políticas. Por un lado tenemos el planteamiento de la filosofía antigua que defiende Pierre Hadot : la filosofía es una forma de vida, es decir que la verdad tiene consecuencias prácticas. Direcctamente. Por otra parte tendríamos el planteamiento aristotélico : hay saberes teóricos y saberes prácticos. Foucault, que está de acuerdo con Hadot, dice que Aristóteles es la excepción. Pero en los dos casos se entiende que la ética y la políticas son saberes prácticos. En el caso de Platón o del helenismo son saberes prácticos que derivan de saberes teóricos de tipo ontológico : al entender lo que son las cosas actuamos de una determinada manera.Lo que no tiene sentido es dividir un saber p´ractica en una teoría y una práctica y evaluarlos de manera diferente. Vayamos al caso del comunismo : no podemos decir que es una buena teoría que se ha aplicado mal. Porque un saber político no es una teoría que se aplica, es una estrategia práctica. Es decir, que el comunismo se definió históricamente como uan estrategia de acción cuyos resultados podemos valorar hoy, después de más de un siglo de intervención. Intervención que ha sido determinante para el siglo XX, como mínimo.

 Consideremos que el comunismo en sentido estricto es un movimiento político que se inicia con la Revolución bolchevique, Lenin y la Tercera Internacional. Es decir, en una determinada deriva de Marx. Que protagonizó igualmente la Revolución china. Dos revoluciones triunfantes. Podríamos añadir aquí Camboya, Vietnam y Corea del Norte. Los comunistas gobernaron, por otra parte, en muchos países. No solo en la URSS, en la República Popular China y en Vietnam y Corea. También en los países del Este de Europa y en Cuba. Recordemos que la Revolución cubana no fue, de todas maneras, dirigida por el Partido Comunista. En los países del Este de Europa hubo un procesos heterogéneo en el que en algún caso hubo un movimiento comunista real en la sociedad y en otros fue una imposición del Partido Comunista d ela URSS. Algunos partidos comunistas participaron en gobiernos, como el Frente Popular en Chile.
Finalmente los partidos comunistas fueron un componente importante en diversos movimientos de oposición contra Dictaduras en todo el mundo.Igualmente fueron fuertes en algunas sociedades democráticas, como Francia, Italia y en menor grado en España y Portugal.
 Las conclusiones deben hacerse en función de esta experiencia histórica. Las conclusiones que saco :

 1) Siempre que ha gobernado un partido comunista lo ha hecho de manera antidemocrática. Antidemocrática quiere decir que no ha habido nunca una consulta universal, protegida y vinculante sobre asuntos públicos. Protegida quiere decir, por supuesto, en un marco de elecciones políticas. No ha habido participación  política. La represión de los disidentes ha sido feroz. Los países comunistas, esto sí, proporcionaron algunos derechos sociales que no proporciona el capitalismo : trabajo, vivienda, educación, sanidad y transporte público. Pero que no lo proporcione el capitalismo no quiere decir que no sea posible en el capitalismo. El grado de desigualdad social de estos países comunistas, de todas maneras, habría que ver si superaba el de algunos países capitalistas más igualitarios, como los escandinavos. La gente que vivía en estos países, de todas maneras, no estaba satisfecha, como demuestra lo rápido que se apuntaron al carro del capitalismo. Algunas versiones fueron especialmente terroríficas, como la de Camboya o la URSS estalinista. O la revolución cultural china. Podríamos definirlo en estos casos como gobiernos totalitarios. El caso de la República Popular China se ejemplifica como se ha transformado en un país capitalista con un gobierno autoritario y m´ñas desigualdad social que el propio centro del Imperio del Capital, EEUU.

  2) Las revoluciones rusa y china fueron realmente movimientos emancipatorios pero es evidente que hay que ver sus resultados y estos, como he dicho, no fueron democráticos ni procuraron una buena vida. La idea de vanguardia, por otra parte, es radicalmente antidemocrática.Con todos los matices que se quiera, porque las revoluciones comunista como experiencia pudieron ser emancipatorias hasta que se consolidaron como un Estado totalitario. también está claro que consiguieron unas determinadas conquistas sociales.

 3) Los partidos comunistas de los países democráticos más importantes, como el italiano y el español, se transformaron en eurocomunistas. Eurocomunismo quería decir identificarse, aunque fuera con matices, con el proyecto socialdemocrático. El Partido comunista francés, como el español, acabó siendo una opción marginal como sus hermanos troskistas, comunistas dogmáticos y sectarios que nunca estuvieron implantados con fuerza en el movimiento de los trabajadores.

miércoles, 13 de julio de 2016

RICHARD SENNETT, UN SOCIÓLOGO CRÍTICO




Artículo escrito por Luis Roca Jusmet

Uno de los grandes ensayistas sobre la sociedad contemporánea es, sin duda, el sociólogo Richard Sennett, nacido en Chicago el año 1943. Forma parte de lo que podríamos llamar la sociología crítica, que sin perder su base empírica se arriesga a definirse sobre los temas que aborda. Es, por otra parte, un pensador de izquierdas bastante inclasificable, radical en la medida que buscar el fondo de las cuestiones y cuestiona los tópicos convencionales, vengan de donde vengan. Resulta especialmente interesante la manera como reflexiona hoy, después de casi cincuenta años, sobre su experiencia juvenil de militancia en la Nueva izquierda. Años de madurez y reflexión personal, así como de desarrollo del capitalismo, son el material para este análisis.
 En "El declive del hombre público" analizaba de manera certera e implacable la influencia de los movimientos juveniles contestatarios de los años 60, a los que él había pertenecido. De esta manera la espontaneidad, la sinceridad, la personalidad, la creatividad aparecían como signos de un proceso que en nombre de la defensa de lo privado estaban destruyendo el espacio público y empujando las relaciones sociales hacia una deriva narcisista. El tema lo redondeó Sennett con otros textos de la misma época como Vida urbana e identidad personal  y Narcisismo y cultura moderna .
Posteriormente desarrolló un proyecto muy interesante sobre la cultura del hombre moderno en tres libros titulados "La corrosión del carácter", "El respeto" y "La cultura del nuevo capitalismo." Esta triada me parece imprescindible para entender la cultura del tardocapitalismo globalizador.
En "La corrosión del carácter", nos presenta la transformación interna que produce los nuevos métodos de gestión del capitalismo( precariedad, cambio, incertidumbre ). La estructura del carácter (basado en la lealtad, el compromiso, la solidez) se diluye unos supuestos valores (flexibilidad, fluidez, novedad) que acaba produciendo angustia e inestabilidad interna en los trabajadores.
En "El respeto", Sennett parte de recuerdos personales, en este estilo tan propio, para profundizar lo que significa el respeto en una sociedad basada en la desigualdad. Reflexiona sobre el tema del talento, que continuará en los dos libros posteriores en una investigación extraordinariamente fecunda. Y también sobre la incompatibilidad entre respeto y dependencia.
Finalmente en "La cultura del nuevo capitalismo" plantea un análisis de la cultura del capitalismo, muy complementario con el de otro grande de la sociología crítica, Zygmund Baumann. Reflexiones muy certeras sobre la burocracia y el capitalismo en relación con el capitalismo. Y también propuestas sobre las que merece la pena reflexionar. La primera es sobre la necesaria reinvención de los sindicatos como una red social de ayuda, más allá de las derivas corporativas. La segunda es la búsqueda de experiencias de empleo compartido. La tercera es la renta básica. Las tres cuestiones son polémicas, sin duda, entre la propia izquierda. Pero vale la pena pensarlas porque justamente lo más necesita la izquierda hoy son propuestas concretas.
 Pero el libro en el que me centraré es "El artesano"  donde nos presenta un nuevo proyecto, igualmente elaborado en una tríada de libros, que tienen  un carácter complementario con las reflexiones anteriores. Lo que ahora aborda es la cultura material y no el tema de los valores, las actitudes y las conductas, como había hecho anteriormente. No deja de resultar curioso que el título del prólogo sea “El hombre como creador de sí mismo”. No será un implícito homenaje a su antiguo y malogrado amigo Michael Foucault, que dedicó la última parte de su obra al tema ? Tanto Sennett como Foucault, desde perspectivas y tradiciones diferentes, representan lo que éste último llamaba “la ontología del presente”. Lugar en el que la sociología cualitativa y la filosofía mundana pueden encontrase en un espacio crítico muy útil para diagnosticar el tiempo en que vivimos y que podría abrir un horizonte en la superación de lo que Wallernstein llama la escisión de la dos culturas, la
filosófica y la científica. 
  Lo que plantea este libro es un elogio del trabajo manual con un estatuto de dignidad propia, en una línea de progreso orientada por la satisfacción del trabajo bien hecho. Pero Sennett combina el sentido restringido de la palabra artesanía con otro más amplio ya que, como dice en el prólogo, abarca también el trabajo de educar, de ser un ciudadano comprometido con las cuestiones sociales importantes. De esta forma introducimos una forma de espiritualidad en la vida material que se concreta en lo práctico, en lo cotidiano
 En esta línea podríamos remontarnos a Marx, en su reivindicación de la filosofía transformadora y no contemplativa. Pero la tradición que reivindica Sennett, viejo luchador de la izquierda, es la del pragmatismo. Y no sólo reivindica a los clásicos de esta tradición ( James, Pierce, Dewey) sino a otros más actuales, como Richard Rorty. Lo hace a partir de una noción que a mí me parece clave, la de experiencia, entendida a la vez como algo singular y como algo común.
 La artesanía, para Sennett, se basa en la habilidad, en el juicio y en el compromiso. Genera una disciplina que cristaliza en el hábito y la rutina, y aquí reivindica este término como algo que puede ser vivo y rico y no necesariamente pobre y aburrido como solemos pensar. Seguimos así en la misma línea de reivindicación, con alegría y sin complejos, de la lealtad, la disciplina y la autoridad como valores ilustrados que debe reivindicar la izquierda. Porque si aceptamos la hipótesis de que la Modernidad se mueve en la dialéctica entre ilustración y romanticismo es evidente que Sennett defiende la primera opción y desconfía profundamente de la segunda, cosa que le lleva a no utilizar el término creatividad por las connotaciones excesivamente románticas que tiene. Podríamos decir que Sennett es un crítico radical de lo que Baumann llama la modernidad líquida. Esto se manifiesta claramente en un libro suyo ya antiguo, peor que para mí es el más genial : El declive del hombre público.
Los análisis de Sennett son siempre sugerentes y brillantes, aunque en ocasiones sólo sean conjeturas y se permita una cierta dispersión, por el gusto de entrar en cuestiones asociadas a lo que trata pero que no tiene tiempo ni espacio para profundizar. Algunas de ellos he de reconocer que tienen mucha gracia, como las referencias al sabio taoista Zhuang Zhi o al tiro al arco en la tradición del budismo zen.
 La marca de izquierdas de Sennett aparece sobre todo en dos cuestiones. La primera es en su defensa sin fisuras de la cooperación en contra del individualismo competitivo, del que desmonta el tópico de que es útil para garantizar eficacia. La segunda es su larga y profunda reflexión sobre la necesidad de que toda la sociedad debe desarrollar al máximo las capacidades de sus ciudadanos. Aquí continua con una elaboración teórica muy interesante que ya había inciado en su libro anterior, La cultura del nuevo capitalismo. Para Sennett hay que combatir intensamente la moderna ideología de la predestinación, que adquiere la forma de determinismo genético y defiende la excelencia de unos pocos. Lo que hay que buscar es el desarrollo de las potencialidades de todos los humanos y sobre todo la competencia para gobernarse a sí mismo y participar en el gobierno de la sociedad en la que vivimos.
La habilidad manual, para volver al tema más específico del libro, depende de la motivación y del aprendizaje, ya que la torpeza no es genética sino resultado de la poca estimulación en edades tempranas. Sennett desprecia el elitismo y desconfía del perfeccionismo, por lo que acaba el libro con el buen consejo de que la figura mitológica de Hefeso cojo, orgulloso de su trabajo aunque no de sí mismo, representa el tipo más digno de persona a la que podemos aspirar. la propuesta pasa por el trabajo propio y por la manera como nos creamos a nosotros mismos. Nos aceptamos como algo imperfecto, aprendemos de las dificultades y no caemos en las trampas del narcisismo, tan actual como devastador. Pero no nos engañemos, es una propuesta ética y no estética. Hay que evitar la frustración del obseso perfeccionista que no acepta sus fallos, así como la del competidor compulsivo que no sabe perder. Siguiendo el modelo del viejo artesano, el sabio Sennett nos sugiere, con firmeza pero sin paternalismo, que aprendamos de nuestros fallos para mejorar en lo que realmente cuenta, que es el oficio de vivir.
 Sennett continúa escribiendo, por supuesto, pero me parece interesante recordar estos textos que, de alguna manera, serán un clásico de la sociología.

martes, 12 de julio de 2016

TIEMPO Y SUJETO


 

  Escrito por Luis Roca Jusmet



El tiempo no existe ¿ o sí ?. Es un concepto muy ambiguo. Existen los procesos que conforman la realidad. Cuando el gran científico Illya Prigogine habla de la flecha del tiempo se refiere a los procesos irreversibles del mundo físico. La vida es un proceso irreversible, que se va construyendo en el devenir. Si lo pensamos atentamente es muy enigmático. Einstein decía que el tiempo no existía porque el mundo físico no era un proceso. A Einstein le gustaba Parméndides, que como el Vedanta, hablaba de una Realidad Absoluta. Los acontecimientos son entonces la percepción humana y relativa de esta realidad absoluta. Schopenhauer también lo afirmaba. Discutía con Popper sobre el tema. Popper era más heraclitiano. Más chino también podríamos, decir porque en China siempre se entendió la realidad como un proceso de transformaciones.


Aristóteles marcó el camino correcto. El tiempo es la medida del cambio. Los cambios existen y son el despliegue de lo potencial, su actualización. Pero es importante entender esto de una manera interactiva, no leibnitziana. Para Leibnitz lo real es como un puzzle donde encajan todas las piezas. La concepción interactiva quiere decir que los encuentros son los que determinan lo que ocurre. Lo que se actualiza debe ser algo que existe en potencia en mi pero no depende de mi lógica interna el que se dearrolle o no. Esto es un determinismo mecánico. Todos son condicionamientos que interactúan y que determinan lo que ocurre. Es una concepción dialéctica, hegeliana, contra la concepción mecánica. Lo real es una red que se va tejiendo.


  Los humanos hemos inventando el tiempo en una doble dimensión, subjetiva y objetiva. Como la manera como nuestro cuerpo vive en el proceso en que está inmerso. El presente es la construcción de esta experiencia. Es la percepción de lo real. Pero la percepción no es inmediata, es una representación. Lo que llega a nuestro cerebro no depende únicamente de nuestro sistema sensorial sino de como las sensaciones se ligan con nuestra memoria, que le da un sentido. Son las palabras, las imágenes, recuerdos, conceptos que forman nuestro imaginario lingüístico y que interpretan lo sensorial transformándolo en percepción. La dimensión objetiva es la que hoy se manifiesta a través del reloj y de las matemáticas.

  Pero me interesa el elemento vivencial, subjetivo. Si el presenta es una construcción el pasado es una reconstrucción. Lo que no es perceptivo, que implica la presencia de nuestro cuerpo, de otros cuerpos, es siempre una reconstrucción de percepciones anteriores a partir de nuestro imaginario actual. Tranformamos lo que ocurrió a partir de nuestro imaginario presenta, diferente del que existía cuando ocurrió. Lo importante es mantener los hechos, aunque también existen como una representación abstracta, porque lo aislamos del conjunto. A pesar de todo hay una cierta objetividad que puede y debe mantenerse. Hay que relativizar los hechos hasta cierto punto, que es el de su interpretación. Más allá acabaríamos en el solipsismo, que conduce al absurdo.

El futuro es el resultado de lo que va ocurriendo y quizás ya esté escrito. Lo está en el sentido que todo lo que ocurre es resulatado de los múltiples condicionamientos. Pero nuestra representación del futuro es siempre imaginaria. No es ni una construcción basada en la percepción como el presente, ni una reconstrucción basada en el recuerdo como en el pasado. Es una construcción basada en una proyección imaginaria sobre la base de un razonamiento o una intución basada en la información de que disponemos. Aristótles nos da una clave al diferenciar el ser potencial del actual. Lo que ha ocurrido y ocurre ( la distinción es ambigua porque si reducimos el presente al instante acaba no siendo nada) es lo actual y lo que ocurrirá es lo potencial. Yo creo que el futuro está dterminado en el sentido de que es el reusltado de la confluencia de múltiples factores, cada uno de los cuales está determinado a su vez por la interacción de múltiples condicionamientos. Es decir, mi determinismo es complejo, no mecánico. Lo real es un proceso reticular que contiene múltiples subprocesos. La vida de cada uno de nosotros es un microproceso que forma parte de un proceso global en el que todo está ligado.

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