viernes, 29 de enero de 2016

ESTADO DE DERECHO O ESTADO DEL CAPITAL

luis roca jusmet bilaketarekin bat datozen irudiak

Escrito por Luis Roca Jusmet

 Con el tiempo me he vuelto conservador, lo acepto. De joven trotskista he pasado a viejo socialdemócrata, afortunadamente. No es la conversión ideológica de los que pasan del sueño izquierdista a la ilusión nacionalista o a la idealización liberal. Es simplemente el pasar del idealismo al ideal. Idealismo quiere decir identificarse con un ideal y confundir la realidad con los deseos y los movimientos reales de la sociedad con la acción voluntaristas de unos pocos. Freud ya nos habló de la ilusión como la proyección de un deseo. Lenin ya dió esta definición de izquierdismo como enfermedad infantil del comunismo. El idealismo es muy peligroso porque los idealistas solamente ven su ideal: son capaces de morir o de matar por él, en los casos más extremos. Ya nos avisó Kant de este peligro : defiende lo que creas justo pero no pienses nunca en el otro como un medio para satisfacer tu ideal moral.
 El que tiene un ideal no deber ser una encarnación del ideal, no debe identificarse totalmente con él. No hacerlo  le previene del dogmatismo y del sectarismo. Tiene una visión más amplia, porque sabe que su ideal es relativo, no absoluto. Y porque su ideal político forma parte de un conjunto de ideales éticos y morales. Sabe de las limitaciones de lo humano y que ninguna ideología previene contra ellas. Una ideología no te hace mejor y menos un fanatismo, que es donde acaba conduciendo el idealismo. No me gustan los santos y no soy un héroe, aunque a veces quizás hagan falta. Como a veces puede hacer falta arriesgar lo imposible, como dice Zizek. Lo hizo Lenin. Habrá que valorar históricamente, con más distancia, si fue la mejor opción. En todo caso condujo al totalitarismo estalinista. Quizás era inevitable o quizás no. También Gandhi apostó por lo imposible y también la historia tendrá que explicar como su desobediencia civil y su pacifismo acabó generando tanta violencia : la participación entre India y Pakistán, Bangladesh. En todo caso el precio por arriesgar lo imposible es siempre alto. Hay que valorar si la situación es tan desesperada y si en este caso merece la pena. Pero sin idealizar. La idealización del maoísmo fue uno los delirios de los jóvenes izquierdistas post-mayo 68.
 La cuestión es que, madurando he dejado de ser un idealista sin convertirme en un cínico. Poco a poco me he ido decantando hacia la socialdemocracia, como la mejor opción para España y Europa. Me parece la mejor articulación de la tradición republicana, liberal y socialista. Otra cosa es si los viejos partidos socialdemócratas están a la altura. y en nuestro país si lo está el PSOE. Siempre pensé que no y mis simpatías se dirigían más hacia Izquierda Unida, a pesar de mis reticencias hacia el PCE. Pero el problema se complica en Cataluña. EUiA, versión catalana de IU, han sido siempre un apéndice de ICV y han compartido con este último su deriva nacionalista. por esto me he ido desmarcando de ambos. Cuando apareció Podemos me pareció que podía ser una alternativa renovadora de la socialdemocracia, con un funcionamiento más participativo. Pero me equivoqué, tanto en estas expectativas como en las de que pudiera crear en Cataluña una alternativa de izquierda no nacionalista. Todo esto me ha conducido al PSC, que me parece la única opción catalana desde una izquierda federalista. Los nacionalistas se fueron del PSC y espero que la mayoría de arribistas y oportunistas también, como suele ocurrir cuando se atraviesa el desierto. El PSC está en una etapa abierta en la que quiero participar. Aunque reconozco que no comulgo con la idea catalanista de Miquel iceta. El catalanismo estaba bien cuando la lengua catalana estaba reprimida y las instituciones anuladas, pero no ahora que están normalizadas. No comparto tampoco el blindaje que quieren hacer de la inmersión lingüística. Es algo a cuestionar y a debatir.

lunes, 25 de enero de 2016

EL DOLOR Y LA EMPATÍA

Leslie Jamison


Escrito por Luis Roca Jusmet

Reseña de

 El anzuelo del diablo. Sobre la empatía y el dolor de los otros
Leslie Jamison ( traducción de Rita da Costa)
Barcelona : Anagrama, 2015

 Este es un libro totalmente inclasificable. Bordea el ensayo, entre periodístico y filosófico, y la autobiografía. La autora, Leslie Jamison, es una joven escritora norteamericana nacida en 1983. La obra consta de un conjunto de escritos que tienen en común hablar del dolor. Del dolor de los otros, pero  también del propio. Quizás al hablar del propio lo hace con la misma distancia con la que habla del dolor de los otros. Distancia extraña, porque es una distancia empática. Pero no es esta identificación con lo que le padece el otro que llamamos  compasión.
  El filósofo italiano Giorgio Colli decía que Schopenhauer y Nietzsche eran los dos últimos grandes filósofos y que lo que tenían en común era la centralidad que daban al problema del dolor. El dolor como elemento básico de la existencia humana.  Pero algo contra lo que nos defendemos, que no aceptamos, de lo que no queremos hablar, de lo que nos escapamos. O que quizás solo hablamos en términos religiosos, y aquí es el mismo Nietzsche el que dice que  el éxito del cristianismo se debe, sobre todo, a que es capaz de dar sentido al sufrimiento. Nietzsche quería mostrarnos el dolor como algo que sin tener sentido había que asumir como parte de la propia vida, de su intensidad. Negar el dolor, para él, era  anestesiarse. Así como aceptar la compasión era sacrificarse absurdamente por otro y no ser capaz de asumir el placer de vivir. Aunque seguramente Nietzsche se defendía de sus propias tendencias compasivas. Mientras que Schopenhauer, apologético de la compasión, era en su vida personal , según dicen sus biógrafos, muy poco compasivo.

miércoles, 20 de enero de 2016

EL OCASO DE LA MIRADA BURGUESA



Reseña

El ocaso de la mirada burguesa. De Goethe a Beckett
 Jacobo Muñoz
 Madrid : Biblioteca Nueva, 2015

Escrito por Luis Roca Jusmet

 Lo de un ensayo interesante puede, y de hecho lo es, una expresión poco original. Pero es que realmente me parece que la palabra ensayo describe de una manera muy precisa lo que es este escrito. Y si tuviera que ponerle una adjetivo sería este, el de interesante. Es un ensayo en la medida que lo que elabora el autor es un recorrido muy personal en torno a un tema tan amplio como el que nos dice el título. Y es realmente interesante, porque,  más allá de su carácter algo desigual y siempre discutible, nos da que pensar.
 El autor del libro no es nuevo en esta plaza, ni mucho menos. Es nada menos que Jacobo Muñoz, filósofo de larga trayectoria y reconocida importancia en la historia de la filosofía de nuestro país. Pero situar al personaje voy a recurrir a la magnífica lectura sociológica que hace, de la filosofía española entre 1963 y 1990, otro gran filósofo español contemporáneo, Francisco Vázquez García. Lo sitúa, en primer lugar, dentro del grupo de los pretendientes, es decir los  que se constituyen como alternativa a los que llama los  herederos, que son los que intentaban renovar la filosofía oficial. Dentro del grupo de los herederos Vázquez García lo sitúa dentro de lo que llama "el estilo Sacristán", es decir de los discípulos del filósofo marxista ( pero muy influido también por la filosofía analítica ) Manuel Sacristán. Jacobo Muñoz nace en 1942 en Valencia  y tiene, aparte de la de Sacristán, la influencia de Emilio Lledó. Pero Jacobo Muñoz será, (como nos explica Vázquez García) a finales de los 70 y principios de los 80, uno de los “filósofos jóvenes” más reconocidos, uno de los traductores más rigurosos ( sobre todo de textos marxistas) y un importante editorialista. Posteriormente Jacobo Muñoz se consolidará académicamente en 1979 como profesor titular de la Universidad Complutense de Madrid y luego, en 1983, la cátedra ( del que es hoy emérito). Aunque no he leído ninguno de sus libros, he oído de ellos ( y por gente que me merece mucha confianza)muchos elogios , sobre todo del último, Filosofía y resistencia.
 La cuestión es que animo a leerlo precisamente con el libro que me ocupa, que seguramente es bastante atípico en su producción filo´sofica. Este filósofo, tan vinculado a la tradición marxista, parece abrirse al no tan discreto encanto de la burguesía. Es decir, que Jacobo Muñoz quiere recoger lo que hay de creativo en esta mirada, como dice el título, burguesa originaria. Quizás muchos hemos pasado por algo parecido, sobre todo leyendo obras como la apasionante El mundo de ayer, de Stefan Zweig. Intuimos que algo valioso en esta cultura burguesa que se derrumba a mediados del siglo XX. Era esta distinción, de la que nos habló Pierre Bordieu, que va configurando la burguesía para valorarse frente a la nobleza y para marcar su distancia con el vulgo, con lo plebeyo. El itinerario que elige  Jacobo Muñoz, que se inicia con Goethe y acaba con Beckett, es uno de los muchos posibles, evidentemente, pero hay que reconocer que es muy sugerente. Es convencional, pero no arbitrario, ya que el autor tiene en cuenta elementos y procesos que son claramente representativos. Goethe es un ejemplo admirable de la encarnación de este Ideal de plenitud a principios del siglo XIX. Un Ideal que aquellos momentos estaba todavía intacto, admirado por el mismo Zweig como generada por la  fuerza centrípeta de un sujeto que sabia utilizar sus energías creadoras para construirse a sí mismo, de una  manera equilibrada. El gran filósofo contemporáneo Pierre Hadot lo toma también como referencia de sabiduría, en su extraordinario testamento vital y filosófico No te olvides de vivir. Interesante también el análisis de Jacobo Muñoz de la recepción de Goethe por parte de Ortega y Gasset, por cierto.

jueves, 14 de enero de 2016

NIETSZCHE, FOUCAULT Y LA VERDAD

Resultat d'imatges de nietzsche y foucault




 Escrito por Luis Roca Jusmet



Voy a hablar de la primera de las cinco conferencia que dio Michel Foucault en Río de Janeiro, el año 1973, bajo el título genérico de "La verdad y las formas jurídicas".
  La cuestión que plantea esta primera conferencia es la siguiente : ¿ Cómo se forman, a partir de unas prácticas sociales, los ámbitos del saber ? la hipótesis es que estos ámbitos del saber generan formas de subjetividad.
 El caso concreto que quiere analizar es cómo se forma en el siglo XIX una concepción del hombre basado en las prácticas sociales de control y vigilancia.  Hay una consideración del discurso como un juego estratégico, un juego de poder. A partir de aquí Foucault quiere reelaborar una teoría del sujeto.
 Podemos plantearnos, dice, dos historias de la verdad. La primera es una historia que se regula a partir de sí misma. es la historia de la verdad tal como se formula en la historia de las ciencias. Pero la verdad se constituye también desde su exterioridad, desde prácticas sociales que le son ajenas. Por ejemplo, en las prácticas judiciales. Más en concreto en el derecho penal.
 Pero lo que más me interesa de la conferencia es su referencia a Nietzsche como inspirador de su método genealógico. Si rastreamos la influencia de Nietzsche sobre Foucault encontramos precisamente en su concepción de la verdad una influencia clara y directa. En otro texto breve titulado Nietzsche, la genealogía, la historia, publicado en 1971, ya se apunta explícitamente esta influencia desde otros textos. Estos son diversos : La Gaya ciencia , El viajero y su sombra, Humano, demasiado humano , Aurora, Consideraciones intempestivas .Pero también los más tardíos : La genealogía de  la moral, El crepúsuculo de los ídolos... La idea fundamental es contraponer el método genealógico al método histórico convencional. No hay inicio de las cosas, hay procedencias : azares contrapuestos, interactivos, que desencadenen procesos. Pero las procedencias están enraizadas en los cuerpos, se inscriben en ellos. Desde determinadas correlaciones de fuerzas entre los cuerpos emergen acontecimientos nuevos.No hay identidades, solo máscaras.

miércoles, 13 de enero de 2016

EMANCIPACIÓN; DERECHOS Y LEYES





 Escrito por Luis Roca Jusmet

Emancipación quiere decir que un ser humano es autónomo, es decir un sujeto de derechos. Cuando alguién no depende de otro, cuando alguien no está sujeto a otro, cuando alguién está dominado por otro. No hablamos de relaciones de poder, ya que como el mismo Michel Foucault acabó reconociendo, esta se da en todos los ámbitos y no tiene porque considerarse negativo si no implica una negación del otro en una estructura jerárquica. Emancipado quiere decir tener derecho a decidir sobre las cuestiones privadas y participar en las decisiones públicas. Esto nos lo enseñó John Stuart Mill. Emancipado quiere decir ser libre en un marco de reconocimiento de las leyes y quiere decir tener igualdad de derechos. hablamos de una sociedad de ciudadanos emancipados cuando todos son sujetos d elos mismos derechos.
 Pero uno de los inventores de la democracia liberal, John Locke ( aunque él no utilizó ninguno de los dos términos que acabamos de citar) ya planteaba el derecho a la rebelión. Es decir el derecho moral a no seguir las leyes. Esto supone que hay algo que nos permite cuestionar legítimamente las leyes. Legítimamente quiere decir moral. Según es iusnaturalismo son los derechos naturales los que nos permite no seguir las leyes si estas no los respetan. Locke hablaba del derecho a la propiedad como este derecho natural, de inspiración divina. Derecho a la propiedad sobre la propia vida, sobre las propias acciones y sobre los propios bienes. No era un derecho absoluto pero no podía ser privado de manera arbitraria. De manera arbitraria quería decir si el sujeto no había atacado la propiedad de otro ( su vida, sus actos, sus bienes). Los derechos naturales implican una reciprocidad.
 Si no creemos en derechos naturales debemos tener un criterio político-moral que nos permita justificar la rebelión. Este criterio no puede ser subjetivo. No podemos considerar que es un simple juicio de valor y plantear que si alguién no está de acuerdo, no le gustan unas leyes no tiene moralmente porque respetarlas. Los derechos morales no responden a juicios de hecho ( como cuando decimos que son objetivos, naturales) ni a juicios de valor ( cuando decimos que son subjetivos). Son juicios de derechos en el sentido que son los propios humanos, a través del diálogo y la deliberación, los que lo van marcando a través de la experiencia histórica. Sin ser objetivos deben objetivarse a través de la escritura. Esto es lo que ha pasado a través de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. No es un texto sagrado, puede ser modificado, pero es una buena referencia. Es lo que nos permite hoy una referencia no subjetiva ( sea de individuo o de grupo) sobre los derechos que moralmente podemos exigir. Podemos seguir entonces a Locke al decir que podemos rebelarnos contra las leyes de las dictaduras o incluso de las democracias si no respetan estos derechos. 

martes, 5 de enero de 2016

ELOGIO A LA VEJEZ




 Escrito por Luis Roca Jusmet

 Tengo 61 años. Según el sabio Séneca soy un viejo ,porque considera que la vejez empieza a los 60 años. Me parece bien. No quiero que me digan que parezco más joven mucho menos que parezco joven. Quiero que me llamen viejo, porque lo soy. Lo llevo bien, no lo parezco pero lo soy. Tengo vitalidad, porque la vejez no quiere decir perder la vitalidad. Es un proceso biológico vital, pero hasta la muerte estamos vivos y no hay porque renunciar a vivir con intensidad, siempre con las fuerza de las que disponemos. No solo perdemos con el paso de la edad, también vamos ganando, o deberíamos ir ganando, sabiduría. 
 No hay que resistirse al paso del tiempo. Somos cuerpos limitados en el espacio y finitos en el tiempo. Nos desplegamos en una duración, en un proceso. Nacemos, vivimos y morimos. Quizás sea, como dicen los budistas, un proceso circular: venimos del Vacío y volvemos a él. La vida de cada cual es una unidad que se inicia en el momento de la concepción y acaba con la muerte biológica. 
 Hay que preocuparse por la vida, no por la muerte, decía Spinoza. La muerte no existe, decía Epicuro, porque morir es no ser. Solo somos cuando vivimos. Pero aprender a vivir es aprender a morir, en el sentido que sabemos prepararnos para el momento de la muerte. Séneca decía precisamente que la vejez era la culminación de la vida, que era cuando nos podíamos ocupar de nosotros mismos.