viernes, 21 de octubre de 2011

A FAVOR DE UNA CIENCIA ABIERTA, CONTRA EL AUTORITARISMO CIENTÍFICO

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Reseña del libro

El autoritarismo científico
Javier Peteiro Carteje
Málaga: Miguel Gómez Ediicones, 2010, 193 páginas.

 Escrito por Luis Roca Jusmet

 Interesante libro por muchas razones. Primero porque hacía falta afirmar sin reservas lo que este libro nos dice: que la ciencia está derivando en un autoritarismo, se está imponiendo de una manera dogmática y excluyente. Segundo porque está escrito por un científico que reflexiona epistemológica y éticamente sobre su práctica y el contexto social en el que se desarrolla. Esto es importante porque el filósofo de la ciencia acostumbra a no ser un científico ( aunque sepa de ciencia) y el científico no se dedica habitualmente a filosofar sobre lo que hace. En tercer lugar es interesante porque hay en el libro un proyecto sistemático y crítico sobre el estado de la deriva de la ciencia y cientificismo. Javier Peteiro Cartelle, doctor en Medicina y escritor sobre temas científicos, ha publicado en revistas científicas ( biofísica, inmunología y nanomedicina) y es además Jefe de la sección de bioquímica del Complejo Universitario de A Coruña. Es por tanto un auténtico lujo que una persona ocupada intensamente como él en la práctica científica cotidiana reflexione sobre un tema tan complejo.
 Ahora bien, es un proyecto tan ambicioso que falla en algunos aspectos que vale la pena remarcar. Remarcar para matizar y para enriquecer su propuesta. Yo no soy un científico y por supuesto no quiero darle lecciones, pero si he trabajado bastante tiempo en el estudio crítico de la ciencia y de la medicina y me gustaría plantear algunas sugerencias. En primer lugar sobre el cáracter problemático de la misma historia de la ciencia. Habría que profundizar en algunas cuestiones. ¿ Es la ciencia un invento de la Europa moderna como plantea Alexander Koyré cuando dice que sus bases son el lenguaje matemático y la experimentación y no la razón empírica ? ¿ O tiene razón Pierre Duhem cuando habla de la ciencia moderna como continuidad de la grecorromana y la medieval ? ¿ O la tiene Joseph Needhman cuando considera que la ciencia es un proceso universal que hasta el siglo XVII estaba más desarrollado en China que en Europa ?. 
 Respecto al tema de las falsas ciencias me parece que aquí cae en algunos prejuicios del positivismo y no hay una reflexión seria sobre los paradigmas de la homeopatía, que descarta de manera rápida y despectiva. Estoy de acuerdo con el autor, por otro lado, en que el psicoanálisis es una teoría fundamental para entender al hombre y a la sociedad contemporánea,aunque falta una más argumentación contra los escépticos. 
 En la relación entre sujeto y la ciencia sí hay un desarrollo muy lúcido, muy en la línea de lo que defiende el psicoanálisis lacaniano. Ahora bien, me parece fuera de lugar el tema de Dios en este capítulo, ya que entonces su defensa del sujeto parece adquirir unos tintes más espiritualistas. De hecho, el autor afirma en una entrevista en el periódico La Vanguardia que cree en Dios. Al margen que sea una creencia personal que como tal hay que aceptar no veo clara la argumentación del libro, en la que critica que la ciencia quiera entrar en este tema filosófico y religioso. Que es una cuestión religiosa está claro pero me parece que hoy es difícil argumentar la existencia de Dios en términos filosóficos y que la ciencia puede considerar a Dios como una hipótesis innecesaria para explicar el Mundo. Lo que sí me parece fundamental es la crítica muy rigurosa que hace al DSM-IV como axioma más que discutible de los psicólogos y psiquiatras, que eliminan así al sujeto de la enfermedad mental.

martes, 11 de octubre de 2011

DAVID GRAEBER : UN ANTROPÓLOGO ANARQUISTA







Fragmentos de antropología anarquista
David Graeber
(Traducción de Ambar Sewel)
Barcelona: Virus editorial, 2011

    Reseña de Luis Roca Jusmet

 El título resulta, de entrada, curioso. Incluso casi diría que algo desmotivador : a mí, lector que ni soy antropólogo ni me considero anarquista, ¿ que puede interesarme del tema ? Después de leer el libro puedo dar un sí rotundo: es un libro sugerente no sólo para antropólogos i/o anarquistas sino para cualquier ciudadano comprometido con la emancipación humana.
David Graeber no hace concesiones: sin reservas se define como antropólogo y también como anarquista. Formado en Chicago, enseñó como profesor asociado en Manchester hasta que no le renuevan el contrato por su radicalismo y su activismo político, a pesar de su lúcido itinerario como antropólogo. Destaca su brillante trabajo de campo en Madagascar, de la que tomara buena nota para sus propuestas políticas. Graeber insiste en su posición política anarquista, que en ningún momento diluye, y considera que es la ideología que mejor expresa el espíritu de los movimientos actuales contra el capitalismo y contra el Estado.Hoy está en primera línea en el movimiento de los indignados contra Wall Street.
Después de una primera parte que es, podríamos decir, más anecdótica ( los antecedentes de antropólogos que simpatizaron con el anarquismo o cómo los antropólogos dan materiales para el anarquismo) entra en cuestiones que me parecen muy interesantes. La primera de ellas es su reflexión sobre la democracia, en la que de entrada entra en polémica con Castoriadis, al considerar Graeber que es una experiencia universal y no un invento griego, como defendía el anterior. Hay también un planteamiento muy renovador sobre lo que sería una democracia real, tomando como base el consenso a partir de la democracia directa y no como la victoria de las mayorías sobre las minorías (el voto a mano alzada). Graeber, que tiene la buena costumbre de no perderse en teoricismos, avala su propuesta con experiencias como la de comunidades existentes en Madagascar o la del Ejercicto Zapatista de Liberación. Por supuesto, y fiel a su tradición anarquista, considera que las instituciones políticas, como ya puso de manifiesto otro antropólogo anterior que fue Pierre Clastres, no implican la existencia del Estado. El Estado es jerárquico y antidemocrático ( esto lo vincula con otros demócratas radicales cómo Jacques Rancière o el mismo Castoriadis). Propone una teoría sobre el Estado que ponga de manifiesto su carácter dual : ideología ( un modelo en el imaginario social) y de forma de dominación. Considera que la gran ilusión de la teoría democrática moderna es la ficción de la soberanía popular, cuando lo que históricamente pasó en realidad fue que se desplazó el poder soberano del rey a la burocracia. Expone también que la noción actual de ciudadanía tiene una doble vertiente : la defensa de los derechos ciudadanos en Atenas y la defensa de los privilegios feudales en la Inglaterra medieval. Entender la formulación ciudadana pasa por ver el origen paradójico de su origen y nos lleva a preguntarnos también si ambos eran Estados. De todas maneras no me queda del todo claro que es lo que entiende Graeber por Estado y cómo serán en la práctica sus instituciones alternativas. Pero en todo caso aunque no tenga la respuesta sí nos da buenos materiales para pensarla.
Otra sorprendente propuesta es la de dejar de pensar la historia de la Humanidad en términos tradición/modernidad. ¿ Y si esta narración fuera un mito para justificar el eurocentrismo ? ¿ y si las sociedades supuestamente tradicionales hubieran sido más dinámicas y complejas y en las supuestas sociedades modernas pesara más lo conservador ? ¿ y si el Estado-nación fuera simplemente un invento europeo para emular a China ? Preguntas provocadoras que tienen el valor de formularse, ya que parece que rompen el tabú sobre el cual se constituye supuestamente Occidente.
Hay también un intento de definir el capitalismo ( que es junto al Estado la bestia negra del anarquismo emancipatorio, que justamente lo separa radicalmente del anarcoliberalismo ). Pero hay aquí algún punto discutible. El autor identifica capitalismo con mercado ( y la lógica del beneficio que implica) y relaciones salariales. Me parece que es Immanuel Wallernsetien el que, con todas las limitaciones de una teoría tan global, ha definido mejor el capitalismo. Para él no es ni el mercado ni las relaciones salariales las que lo definen. El mercado, como apunta Karl Polanyi, ha existido casi siempre. ¿ Es malo en sí mismo, sería la pregunta ? Parece que para Graeber ( al contrario que, por ejemplo, para Castoriadis) sí lo sería, igual que para el marxismo clásico. Pero es curioso que nos dé como ejemplo de autogestión las cooperativas de Mondragón, que están plenamente inmersas en la lógica del mercado. ¿ Son malas las relaciones salariales ? No estoy seguro, aunque de lo que sí lo estoy es que el capitalismo podría complementarse ( y lo ha hecho) con otros sistemas, como el esclavismo. En todo caso me parece que de lo que se trata ahora no es de plantearse si en un plano ideal deberían existir o no las relaciones salariales, sino cuales son los límites éticamente aceptables. Para Wallernstein es la lógica del aumento del beneficio lo esencial del capitalismo y el Estado es uno de los instrumentos básicos para hacerlo. Pero también hay que entender que en el mismo Estado se manifiesta la lucha de clases y que puede actuar en contra de la lógica del capitalismo si defiende políticas contrarias a esta.

domingo, 2 de octubre de 2011

DANIEL COHEN: UNA MIRADA A LA GLOBALIZACIÓN

Reseña de

Daniel Cohen
Tres lecciones sobre la sociedad postindustrial
Ed. Katz difusión, 2007, 130 páginas


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 Escrito por Luis Roca Jusmet

Este libro es un breve pero denso ensayo que está basado en tres conferencias de Daniel Cohen, economista de prestigio en Francia que ya presentó una hipótesis polémica en una publicación anterior: Riqueza del mundo, pobreza de las naciones.
 Es un libro interesante, con un sugerente  planteamiento, aunque algo desigual en su resultado. Resulta algo irregular, ya que aunque las dos primeras conferencias tienen una coherencia entre sí y con la introducción, la tercera conferencia y la conclusión acaban dando al conjunto un aspecto algo disperso. Hay ideas fecundas para entender mejor cual es la etapa actual del capitalismo, aunque elude casi totalmente este término, quizás por no parecer ( ¿ o ser ¿ ) radical. Y ser radical, no lo olvidemos, no significa ser extremista sino precisamente centrar el tema yendo a su raíz.
 La introducción y las dos primeras conferencias entran en la cuestión fundamental de cómo abordar lo que acostumbramos a llamar el capitalismo globalizador. Aquí Cohen recuerda con buen sentido crítico que no nos olvidemos que ya hubo una primera globalización hace un siglo y que esta presentaba unos flujos financieros y humanos superiores a la actual. Y que, además, profundizó aún más que en la presente las desigualdades sociales. Por lo tanto estos elementos no pueden considerarse como novedosos, mientras sí lo es la nueva división internacional del trabajo y el efecto que tiene en el imaginario colectivo ( cuyos efectos son reales y no virtuales). Esta nueva división del trabajo tiene que ver con el título del libro, que es el del declive de la sociedad industrial. Ésta podemos definirla como la que giraba alrededor de la empresa entendida como firma y como producción, la cual estructuraba a su alrededor unas clases sociales jerarquizadas unidas por una promesa de promoción social interna y por la fidelidad a la empresa. Como el sociólogo Richard Shennett afirmaba en un ensayo llamado “la corrosión del carácter” esta estabilidad era la que definía al trabajador del siglo XX. Pero actualmente ya no es la firma ni la producción lo que constituye el núcleo central de la empresa, ya que la inversión se efectúa fundamentalmente en el diseño y en la publicidad. La producción cada vez cuesta menos, por una parte por la robotización y por otra por la descolocación de las empresas, que se dispersan por todo el planeta en fábricas tercermundistas ( en las que hay una explotación salvaje de los trabajadores, habría que añadir ). Antes habían accionistas que delegaban en ejecutivos la dirección de la empresa y a partir de ellos se desplegaba una estructura piramidal que llegaba a unos trabajadores, que aunque no estuvieran cualificados formaban una plantilla estable. Ahora los mismos directivos se transforman en accionistas y trabajan herméticamente en sus oficinas separados de una legión dispersa de trabajadores precarios que operan en todos los niveles necesarios. Hay también una nueva división internacional del trabajo en el sentido que los países ricos exportan trabajo inmaterial ( tecnología, comunicación) a cambio de producción material.
 Otro tema que presenta Cohen como propiamente específico de la globalización es la relación entre lo imaginario y lo real, cuyo papel es clave y tiene un carácter paradójico. Por una parte la distancia entre lo imaginario y lo real es cada vez más pequeña ( y aquí cita sin desarrollar el tema lacaniano del declive de la función simbólica) y al mismo tiempo las expectativas imaginarias cada vez son más globales ( produciendo efectos reales como el descenso demográfico y la inmigración desesperada de las gentes de los países pobres). Por otro hay cada vez un abismo más grande entre estas exceso en las expectativas imaginarias y la realidad de un mundo real pobre y limitado.